Gabriel se encontraba tumbado en su cama, perdido en sus pensamientos mientras escuchaba música. Los eventos que habían transformado su vida en los últimos años seguían girando en su cabeza, llenándolo de emociones contradictorias.
Conocer a Marco había sido un punto de inflexión en su vida. Nunca antes había tenido un amigo, y sentir la calidez y compañía de alguien había sido un verdadero bálsamo para su corazón herido. Desde el momento en que Marco llegó a su vida, Gabriel experimentó una mezcla de alegría y envidia. Alegría porque finalmente tenía a alguien con quien compartir risas, secretos y sueños. Envidia porque, a diferencia de Gabriel, Marco tenía una familia amorosa y unida que se preocupaba por él.
Gabriel: Marco, no tienes idea de lo importante que eres para mí. Nunca antes había tenido a alguien en quien confiar y compartir mis pensamientos.
Marco: Gabriel, tú también eres importante para mí. Nunca pensé que tendría un amigo tan especial como tú. Juntos podemos enfrentar cualquier desafío.
Sin embargo, la presencia de Marco también le recordaba constantemente la falta de amor y apoyo en su propia familia. Sus padres, a pesar de estar separados, seguían en conflicto constante, hablando mal el uno del otro y utilizando a Gabriel como un peón. Este ambiente tóxico había hecho que Gabriel temiera las relaciones románticas, asociando el amor con dolor y sufrimiento. Además, el comportamiento egoísta y caprichoso de Laura, una chica con la que había tenido una breve relación, no ayudaba a aliviar esa inseguridad. Por eso, cuando Laura le propuso formalizar su relación, Gabriel rechazó la idea por temor a salir lastimado.
Laura: Gabriel, ¿podemos ser una pareja formal? Me importas mucho y quiero estar contigo.
Gabriel: Lo siento, Laura. No puedo. He visto cómo el amor puede herir a las personas, y no quiero que eso nos pase a nosotros.
Laura: Pero Gabriel, te amo de verdad. No todos los amores son iguales, y puedo demostrarte que puedo hacerte feliz.
Gabriel: Lo siento, Laura. No puedo arriesgarme. Mi corazón ya ha sufrido demasiado.
Gabriel había crecido en un entorno disfuncional, donde el amor parecía sinónimo de dolor. La separación de sus padres y la forma en que se trataban mutuamente habían dejado una profunda marca en él. Temía repetir los mismos patrones destructivos en sus propias relaciones, y el comportamiento egoísta y caprichoso de Laura solo confirmaba sus miedos. Sin embargo, el rechazo de Gabriel no fue suficiente para detener a Laura. Pocos días después, se enteró de que ella estaba saliendo con otro chico.
La noticia de que Laura había encontrado rápidamente a alguien más le dolió profundamente a Gabriel. No sabía si el dolor provenía de la sensación de haber sido reemplazado tan fácilmente después de que Laura le había jurado amor, o si era simplemente su ego herido. Decidió buscar a Laura y confrontarla. El diálogo fue tenso y lleno de reproches, pero solo sirvió para confirmar sus peores temores. Laura admitió que nunca lo había amado de verdad y que había encontrado el verdadero amor en los brazos de su nueva pareja.
Gabriel: ¿Cómo pudiste jugar con mis sentimientos de esa manera? Me juraste amor y ahora resulta que nunca me amaste de verdad.
Laura: Gabriel, lo siento. No fue mi intención lastimarte. Me di cuenta de que estaba buscando algo que no encontré contigo.
Gabriel: (con voz entrecortada) Me siento utilizado y traicionado. Pensé que éramos diferentes, que nuestra conexión era real.
Laura: Gabriel, entiendo cómo te sientes, pero no puedo cambiar lo que ya ha pasado.
Gabriel, herido y enojado, amenazó con contarle todo a su nuevo amor, ya que conocía bien a Laura y sabía que al principio solo lo había utilizado. Pero cuando se enteró de que Laura había terminado con el chico, una extraña satisfacción se apoderó de él. Sentía que había ganado una pequeña batalla, que había demostrado que no era el único capaz de causar dolor. Sin embargo, esa sensación de triunfo se vio eclipsada por la culpa. Se dio cuenta de que estaba actuando de la misma manera que sus padres, utilizando el dolor de los demás como una forma de protegerse a sí mismo.
Pero la situación dio un giro inesperado cuando se enteró de que el chico con el que Laura salía era Marco. Los celos y el arrepentimiento se apoderaron de Gabriel. No podía soportar mirar a Marco a los ojos después de todo el daño que le había causado. Se sentía avergonzado y culpable por haber lastimado a alguien que había sido su único amigo y apoyo en momentos difíciles. Por eso, comenzó a alejarse de Marco, incluso llegando al punto de pedirle a su madre que lo cambiara de colegio. Pensó que nunca volvería a ver a Marco, si no fuera por Valeria.
Valeria siempre había sido una figura admirada por Gabriel. Valoraba su valentía para enfrentar las burlas de los demás y su osadía al no dejarse intimidar. Pero Gabriel no sabía que Valeria sentía algo por él. ¿Habrían cambiado las cosas si él hubiera sabido que Valeria también tenía sentimientos por él? En definitiva, Gabriel no podía ver a Valeria como alguien a quien amar. Aunque es cierto que coqueteó con ella y estuvo a punto de besarla, todo eso fue solo para molestar a Marco. Ver a Marco tan feliz y dispuesto a darle una nueva oportunidad al amor, a pesar de todo lo que había sufrido con Laura, era algo que Gabriel no podía comprender. Se sentía atrapado en sus propios miedos, incapaz de avanzar y descubrir qué le deparaba el futuro.
Gabriel sabía que tal vez su error era aferrarse a ese miedo y no permitirse avanzar. Quizás era hora de desprenderse de esas cadenas y enfrentar el mañana con valentía y determinación. Aunque no sabía qué le deparaba el futuro, estaba dispuesto a dejar atrás sus temores y abrirse a las posibilidades que la vida tenía reservadas para él.
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Buscando a Gabriel
Teen FictionValeria se encuentra profundamente enamorada de Gabriel, su compañero de clase. Sin embargo, su timidez y miedo han sido barreras que le han impedido acercarse a él. Cuando Valeria se entera de que Gabriel ya no está en su colegio, comienza una búsq...