Capítulo 4 : Aleación

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Tres días después...

Frida

Estamos todos los empleados en la sala común de la empresa de catering en la que trabajo, expectantes a la explicación que nuestra queridísima jefa está a punto de darnos.

-Bueno chicos permítanme explicarle el servicio que tenemos en algunas horas - empezó Magdiel, hablando sobre nuestro próximo trabajo esta noche.

«Hoy tenemos que hacer un catering de recepción, ya que los dueños de unos hoteles abrirán una nueva sucursal en el extranjero»

-¿Y por qué no usarán su propio catering? -Interrumpe una voz masculina, la cual no puedo observar de dónde proviene. Provocando que la pelinegra de baja estatura le de una mirada que causaría pavor en el corazón de los más valientes.

-Iba a decir el motivo por el cuál no lo harían antes de que me interrumpieras - recrimina, antes de carraspear y continuar con lo suyo- Esta noticia es motivo de celebración para ellos y sus empleados, o sea ninguno de sus empleados trabajará, por eso no usarán su propio servicio de catering y usarán el nuestro, además,  somos la mejor opción que tienen, ya que, no van a usar ni de broma el servicio de otro hotel-termina de explicar.

-¿Y que cadena de hoteles pidió nuestros servicios?- preguntó una castaña a mi lado.

- La cadena de Hoteles Di Rocco- responde muy orgullosa.

Di Rocco

Con tan solo oir ese apellido mi estómago se revuelve en agonía e incomodidad.

-La recepción comenzará a las 8...

Magdiel sigue hablando, pero yo ya no puedo escucharla, siento mi garganta reseca y es como el aire no parece llegar a mis pulmones. Mis puños se cierran en busca de control, pero lo único que logro es clavar mi manicura en la palma de mi mano

-Buenos chicos, eso es todo y prepárense. - Culmina Magdiel.

Al terminar la reunión salgo prácticamente disparada de la habitación. Camino por los pasillos de la localidad, choco con alguien, no se quién es, pero no me interesa, tengo náuseas, todo me da vueltas y la respiración se me corta.

Llevo mis manos a mi cuello como si con eso pudiera quitar la opresión que se apodera de mi garganta, pero no funciona. A punta de tropezones llego al baño, en el cual, para mí suerte no hay nadie, tras entrar me voy directo al lavamanos, una vez ahí me miró al espejo, tratando de calmar mi respiración. Viéndome al espejo me miro a mi misma directo a los ojos, controlando cada respiración.

-Mante la compostura Frida- me exijo - Ese apellido no puede sacarte de tus cabales.

Digo mirándome a los ojos a través del espejo.

-Eres profesional. Cuando estés ahí, no los conocerás- mascullé con determinación.

Para luego abrir el grifo y echarme un poco de agua en el rostro.

Ya con la respiración regular, verifico como me veo, ya que aunque haya chocado con alguien y pareciera que huía del mismo diablo no puedo darme el lujo de dar lastima, menos dejar saber que me pasa algo. Luciendo aparentemente decente, optó por salir del baño, pero nada más al salir alguien me aborda.

-¿Estas bien? - pregunta Cyrus. Pegado a la pared continua a la puerta del baño.

-Estoy perfecta - le respondo con la mayor calma posible, ya que si hablo muy rápido o dudo sabrá miento.

-¿Segura? Te ví salir de la reunión como si el diablo te siguiera y también como te pusiste al oír cierto apellido - continua perspicaz.

-Muy segura - le reitero, pero para intentar acabar con sus dudas le doy una sonrisa de labios cerrados.

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