Michael
Estoy manejando. Con las ventanas del carro abiertas en su totalidad, con el aire entrando con fuerza a través de cada una de ellas impactando con mi rostro de forma agradable.
Las luces de la carretera van y viene, vehículos pasando a toda velocidad a mi costado y las luces centelleando ante mi mirada. Siento como el alcohol hace estragos en mí cuerpo. Como la opresión que siento en mi pecho disminuye, como el mundo parece verse más colorido después de unos cuantos tragos de cerveza.
En estos momentos no me acuerdo de donde vengo, ni a donde voy. Creo que debería de empezar a preocuparme, porque estoy muy embriagado como para seguir manejando.
De repente, mi celular empieza a vibrar, con su pantalla encendida al instante anunciando una nueva llamada entrante. “Papá” es el remitente de tan molesta llamada, pero no deseo contestar, así que la ignoro hasta que mi pantalla se apaga. Luego mi móvil vuelve a iluminarse notificando todas las llamadas que no he contestado desde hace una hora.
Llamadas perdidas:
Enzo (4)
Mamá (6)
Papá (3)
Ahora sí que me recuerdo de donde vengo.
Ellos necesitaban mi presencia en una cena importante, donde se suponía que debía de estar, pero no asistí, en un acto de rebeldía que no debería de tener alguien de 19 años, pero supongo que estoy en todo mi derecho. Mis padres no me toman en cuenta realmente hasta que me necesitan. Por eso no asistí, estoy harto de que mi voz no sea escuchada. Pero la haré retumbar aunque no la quieran escuchar.
Lo siento por Enzo, se que ahora mismo quiere arrancarme la cabeza por el mal rato que debe de estar pasando, pero le pediré disculpas luego aunque me lleve un sermón de por medio. Continuo manejando cuando tomo distraídamente la lata de cerveza que está en el porta vasos, sintiendo como el líquido fresco pasa por mi tráquea hasta mi estómago, embriagándome, entumeciendo la ira de no ser oído .
Sigo manejando e ignorando la pequeña alerta en mi cabeza que me grita: ¡Para! Pero no quiero eso, no quiero escuchar mi conciencia, solo quiero ser libre, por eso piso el acelerador hasta el fondo, aumentando la velocidad a cada segundo, con el viento ahogando todos los sonidos a mi alrededor, y sigo así hasta entrar a una parte poco concurrida de la ciudad, una zona pobre, con unas pocas tiendas y edificios, continuo conduciendo y la rapidez que llevo me hace clavarme en mi asiento y cuando estoy a punto de cruzar una curva cerrada empiezo a frenar, intentando reducir la velocidad lo suficiente como poder girar, pero la velocidad del coche es demasiada.
Los frenos no pueden detener el vehículo y estoy a punto de comerme lo que sea que este al frente de mí , cosa que si me afecta a mi solo no me preocupa, cuando de repente un taxi aparece cruzándose en mi camino, ignorante de que mis frenos no pararan a tiempo y que quedaremos como un Sándwich aplastado.
En ese momento, con el corazón en la garganta, con cada musculo de mi cuerpo tenso por el miedo a causa del inminente choque, con los ojos casi fuera de mis orbitas y la borrachera fuera de mi sistema solo por ese instante. Se produce el choque feroz e inevitable. Mi coche embiste el taxi con fuerza.
Al instante del choque siento como cada parte de mi cuerpo vibrar con el impacto y como soy zarandeado de forma brusca, como si fuera un muñeco de trapo.
Las bolsas de aire no se activan a tiempo y mi cabeza va directo al volante, dejándome en medio de la oscuridad.
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TITANIUM
Teen FictionTitanio. Un elemento de la tabla periódica muy particular, difícil de someter a procesos de metalurgia, en ocasiones muy poco flexible. Existen relaciones similares al titanio, difíciles de romper, moldear y reconstruir , nuestros protagonistas tien...