Capítulo 7

11 2 27
                                    


Michael

Todo el camino de regreso al hotel es en total silencio. Enzo no dice ni una sola palabra porque sabe que ha metido la pata intentando interrogar a Frida. Y lo único que ha conseguido es una mala mirada de mí parte.

Una vez llegamos al hotel, salgo del volvo de Enzo y saliendo del aparcamiento encamino al ascensor con tal de llegar lo más rápido posible a mi suite.

Una vez estoy en ella, me desvisto quedando solo en ropa interior y me sumerjo entre mis sabanas, con la satisfacción de haber salido con Frida.

****
Un pitido ensordecedor retumba en mis oídos y un líquido caliente se desliza por mi frente, en cuanto toco el lugar de donde proviene un latigazo de dolor recorre mi cabeza. Confundido, miro mis dedos viendo como estos están manchados con mi propia sangré.

Desde mí posición puedo escuchar como alguien grita, pero no puedo entender lo que dice o a quien llama, ya que el sonido de la lluvia y de los truenos  que hace unos minutos no estaban, ahora mismo, amortiguan el sonido de su voz.

El olor metálico de la sangre y el de la tierra mojada penetran con fuerza mis fosas nasales. Las bolsas de aire que no se habían activado durante el choque se activan de repente, cubriendo todo mi campo de visión. Aturdido, trato de quitar la  bolsa de aire de mi rostro.

Mi celular, que no está muy lejos, se enciende, anunciando la entrada de una nueva llamada. Mis ojos desorientados se enfocan en la pantalla intentando ver de quién trata de contactarme.

«Enzo»

Apenas pude apreciar con ojos entrecerrados.

Todo a mi alrededor parece dar vueltas, aún desorientado palpo mi cuerpo mi cuerpo en busca de heridas, al final puedo llegar a la conclusión de que estoy casi perfecto de no ser por mi pie derecho que esta siendo aplastado por la parte delantera de mi coche.

Miro alrededor del vehículo tanto como mi limitada posición me lo permite y me encuentro con el taxi contra el cual había impactado.

Lo que mis ojos vieron me sacaron de estupor. Un taxi destrozado desde el final de la puerta del copiloto hasta una de las puertas del pasajero. En medio de una tienda destrozada gracias al choque y debido a que mi vehículo aventó el taxi hacia ese lugar.

Pero lo que me impacta no es el daño causado al local, ni el mal estado del vehículo, sino el cadáver que está en el asiento del piloto. Esperando al responsable de su muerte.

Cómo si de un déjà vu se tratara mi torso se despegó de la cama cual misil, gracias al recuerdo que me atormenta cada noche. Igual que cada vez que sueño con esto, mi corazón late desbocado en mi pecho, un sudor frío recorre mi frente, mi pecho y mi espalda.

Cierro mis puños entorno a mis sabanas y mi antigua amiga se hace presente, una amiga vieja y leal que me acompaña cada día.

Culpa.

Así le llaman.

Mi garganta se siente seca, haciendo que la necesidad de un trago crezca con urgencia, pero no puedo, si tomo uno no podré parar.

Luche mucho para dejar de bañarme en alcohol cada vez que tenia la oportunidad, así que buscando otra opción miro hacia afuera contemplando ir a correr, lamentablemente no doy con suerte, ya que el cielo está negro, plagando las nocturnas calles de Madrid con una lluvia feroz, con truenos y relámpagos haciéndole compañía.

Nuevamente infeliz y desgraciado, tomo el único consuelo que me queda, la nicotina. Tomo un cigarro y lo enciendo, me dejó caer sofá de mi habitación, para dar la primera calada, dejando que mis pulmones se llenen de este veneno.

TITANIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora