❝Aunque quisiera evitarlo, no podía. Ella ya estaba enamorada de él, y sus ojos azules como el mar eran irresistibles. No solo por ese hermoso color azul, sino porque en ellos podía ver un mundo de emociones y experiencias que la cautivaban.❞
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"una sensación de injusticia invadió su ser. Seori sentía que Percy tenía el poder de hacerla llorar, de tocar las fibras más sensibles de su corazón. Sus ojos de océano la aterrorizaron, creando una mezcla de temor y fascinación en lo más profundo de su ser."
𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍 𝐄𝐘𝐄𝐒
Seori se encontraba sentada allí, sin saber realmente cómo había llegado a ese lugar. Había sido arrastrada por Grover cuando se enteró de que Percy confiaba en aquel monstruo. Sin embargo, el hecho de estar en el hogar de la mismísima Medusa no le generaba ninguna alegría, más bien todo lo contrario.
—¿Tienen hambre? Deje snacks en la mesa mientras preparo algo más nutritivo.—dijo con amabilidad mientras estaba en la cocina.
Seori miraba todo con duda, pero su incertidumbre se disipó cuando Grover le lanzó su mochila para que comenzara a guardar cosas.
—¿Crees que sea seguro?—preguntó Percy en un susurro, evidenciando un temor en su voz.
—Percy no voy a mentirte, tengo mucha hambre y estoy dispuesto a correr el riesgo.—respondió Grover, brindando ayuda a Seori para guardar algunas cosas.
—El viaje que tendremos para la misión será sumamente largo, esto será de ayuda —explicó Seori a Grover, mientras asentía con convicción.
En ese preciso instante, se escuchó el chirrido de la puerta al abrirse, y para sorpresa de todos, era Annabeth, quien finalmente había decidido ingresar al hogar de Medusa.
—Gracias por venir.—dijo Percy con una leve sonrisa de gratitud..
—Esto no es lo mismo para mi que para ti.—Respondio Annabeth con un semblante serio.
—¿Por qué?
Sin embargo, antes de que Annabeth pudiera responder, Medusa hizo acto de presencia, colocando cuidadosamente la comida en la mesa. Ante su presencia, los cuatro jóvenes bajaron la vista, evitando a toda costa encontrarse con su mirada
—¿Te preocupa que te tenga alguna clase de rencor solo porque eres la hija de Atenea?—preguntó Medusa con una voz suave y delicada, aunque no obtuvo respuesta alguna.—No temas, nosotros no somos nuestros padres. Tu y yo podríamos tener más en común de lo que crees.
Seori experimentaba un sentimiento de temor, pero también una extraña sensación en su interior. Sentía que Medusa no era tan malvada como la habían pintado, su voz suave y delicada parecía engañar sus expectativas.
—Por favor, tomen asiento —invitó Medusa, mostrando una inusual amabilidad en su gesto.
Los cuatro jóvenes, con cierta cautela, tomaron asiento alrededor de la mesa. Seori decidió ubicarse estratégicamente al lado de Percy, buscando encontrar cierta comodidad y seguridad en su cercanía.
