❝Aunque quisiera evitarlo, no podía. Ella ya estaba enamorada de él, y sus ojos azules como el mar eran irresistibles. No solo por ese hermoso color azul, sino porque en ellos podía ver un mundo de emociones y experiencias que la cautivaban.❞
ᎮℰℛCᎩ...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Pero la ira ardía dentro de Seori, consumiéndola por dentro. Estaba más que enojada con Percy y Annabeth. No podían comprender cómo Grover, un ser lleno de luz, era tratado tan injustamente cada vez que surgía una discusión."
𝐁𝐋𝐔𝐄𝐅𝐎𝐎𝐃𝐅𝐎𝐑𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘𝐀𝐍𝐃𝐍𝐔𝐓𝐒𝐀𝐍𝐃𝐃𝐑𝐈𝐄𝐃 𝐅𝐑𝐔𝐈𝐓𝐒𝐅𝐎𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄𝐑
—Dudo mucho que lo sagrado apeste así...—comentó Percy con incredulidad cuando un hombre salió del baño, arrugando la nariz por el olor desagradable.
—Tenemos una misión, no son vacaciones.—respondió Annabeth en tono de regaño, recordándoles a todos la importancia de su tarea.
Seori, quien estaba sentada junto a Percy, tapó su nariz con asco ante el olor nauseabundo del baño.
—Eso si lo sabemos, Annabeth.—intervino Seori, tratando de encontrar una explicación al mal olor.—Pero que habrá comido para que sea tan insoportable.
—¿Pero si es tan importante por qué Quirón no compro boletos de avión?—preguntó Percy con ironía—Parece que no le dio mucha importancia, no creen.
—Perdon, pensé que te habían dicho.—intervino Grover, intentando aclarar la situación.
—¿Decirme qué?
—Percy, no solo los monstruos van a tratar de capturarnos.—explicó Grover, interrumpiendo el silencio para aclarar la situación.—Eres un niño prohibido. Zeus podría decirdir atacarte el mismo. El cielo es su dominio, te serviríamos en bandeja de plata si viajamos por aire.
Unos pequeños segundos se llenaron de silencio incómodo mientras Percy desviaba la mirada hacia el suelo.
—Si, nadie lo menciono.
Unos momentos después, el autobús se detuvo, brindando la oportunidad perfecta para que Annabeth aprovechara y bajara a comprar los tan ansiados snacks.
—Voy a ir a comprar snacks.—anunció Annabeth levantándose de su lugar.
—Voy contigo—se apresuró a decir Percy.
Sin embargo, Annabeth lo detuvo, poniendo una mano en su pecho para que regresara a su asiento.
—No, tu te quedas aquí.—lo detuvo con firmeza.—Seori, ¿vienes?
