❝Aunque quisiera evitarlo, no podía. Ella ya estaba enamorada de él, y sus ojos azules como el mar eran irresistibles. No solo por ese hermoso color azul, sino porque en ellos podía ver un mundo de emociones y experiencias que la cautivaban.❞
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"miró los ojos de Seori y en ellos vio algo que lo conmovió profundamente. A diferencia de él, que había sido marcado por la violencia y la oscuridad, Seori conservaba en sus ojos la pureza e inocencia de cuando era solo una pequeña bolita."
𝐓𝐇𝐎𝐒𝐄 𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓 𝐄𝐘𝐄𝐒
El cuarteto se encontraba frente a frente con el imponente dios de la guerra, Ares. Para tres de ellos, era una divinidad temible y poderosa. Pero para Seori, era simplemente su padre.
La tensión en el aire era palpable, las miradas desconcertadas se entrecruzaban, cada uno buscando en el otro una señal sobre cómo iniciar el diálogo. Seori, con un suspiro pesado, dejó caer sus brazos sobre la mesa, atrayendo la atención de Ares, quien desvió la mirada de su teléfono móvil.
-Tu nos freciste tu ayuda, ¿no es así? -preguntó Seori, mirándolo directamente a los ojos- ¿Lo harías realmente?
Habían tenido una conversación previa con Ares, en la que él les había puesto en contexto, pero ninguno de ellos parecía creerle del todo.
-Sucede esto-comenzó Ares, su tono autoritario llenando el lugar.-hay un parque de diversiones adelante. Dejé mi escudo allá. Si me traen mi escudo de vuelta, haré que lleguen al inframundo para mañana en la tarde con un plan para invadir al palacio de Hades.
-¿Dejaste tu escudo? ¿se te olvidó en el carrusel?-preguntó Annabeth, su tono impregnado de ironía.
La mirada de Ares se volvió fría y dura, como el acero de su escudo perdido. Se recostó en la mesa, sin apartar la mirada de Annabeth mientras la inspeccionaba de arriba abajo.
-Okay, tu actitud fue graciosa por un minuto, pero me está cansando.-sentenció Ares.-¿Tenemos un trato o voy a tener que matarlos para que pueda desayunar en paz?
Percy miró a sus amigos, buscando en sus ojos la respuesta. Luego, volvió la mirada a Ares y asintió.
-Okay.
-Bien, un detalle. Necesito recuperar ese escudo, así que me quedare con el sátiro como garantía para que no escapen.
-¡No! Por supuesto que no -se negó Seori rápidamente- Olvídate del trato, Grover no se quedará solo contigo.
-Okay.-respondió Grover, con una calma sorprendente.
-Grover, he dicho que no -Seori tomó la mano de Grover, decidida a no dejarlo solo-Eres un enfermo si crees que te voy a dejar.
-Yo me quedo con él -intervino Annabeth, mirando a Seori-. Estaremos bien -aseguró, su mirada transmitiendo tranquilidad.
-¿Podemos despedirnos? -preguntó Grover. Ares asintió y los tres se levantaron para despedirse, pero Seori se quedó en su asiento.
