Capítulo II

200 28 10
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El reino se colmó de música y vino durante la larga noche, en la celebración más ansiada por la princesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El reino se colmó de música y vino durante la larga noche, en la celebración más ansiada por la princesa. La Luz Estelar, donde el manto blanco de las estrellas cubría el bosque con una belleza inaudita. Ithilin utilizaba cada año la festividad para caminar en soledad por los límites del palacio, todo cuanto le era permitido por su padre. No obstante, aquella noche, su deseo se vio opacado por la compasión.

Descendió hasta los salones más profundos del reino, con un vestido blanco y traslúcido, discordante completamente con los calabozos que la rodeaban. Se detuvo ante el inicio de la escalera tras escuchar la voz de Tauriel, junto a una que desconocía por completo.

— Ojalá pudiera enseñarte las cavernas que hay bajo esas montañas...

Ithilin sonrió con ternura ante la enamoradiza voz del enano, y cierta envidia creció en su pecho al encontrar la mirada de su amiga en aquel hombre. Tan embelesada estaba con su contraparte, que ni siquiera se percató de su presencia cuando partió de regreso a la festividad que ocupaba el gran salón del rey. 

Con un suspiro de tristeza, recordando aquellos ojos de verde oscuro que la seducían cada noche en sus sueños, arribó a las celdas de los enanos. 

— Mi señora. —saludó uno de ellos tras los barrotes, con una larga barba nívea que se enroscaba en las puntas.

— Señor enano. —respondió con cortesía, y la sorpresa se pintó en su rostro cuando la princesa extrajo una manzana del morral en su cintura— Es cuanto puedo ofreceros dada la escabrosa situación en la que mi padre os ha puesto, espero que sea suficiente.

— Gracias princ-

— ¿Suficiente? —Thorin Escudo de Roble hizo su voz retumbar con ira en la estancia. Ithilin lo encontró de soslayo en la celda contigua— Nos ofrecéis vuestras sobras y esperáis agradecimiento a cambio. 

— Thorin... —reprochó el enano, ya habiendo hincado el primer mordisco en la manzana.

— No, Balin. —rugió clavando sus negros ojos sobre la princesa, quien no tenía la más mínima intención de caer ante su burla. Se encaminó con calma a la siguiente celda, extendiendo un suculento pan de miel— Que su aspecto y falsa cortesía no os engañe. —Thorin buscó uno a uno al resto de su compañía en las celdas— Es hija del rey Thranduil... el deshonor corre en su sangre.

MEDUI MELETH ⎯⎯ ʙᴀʀᴅᴏ/ꜰɪʟɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora