Confesando mis sentimientos antes de darme cuenta de que los tenía... ups

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Las ninfas de los bosques eran sorpresivamente encantadoras, creo que el nombre correcto es dríada, pero te mentiría si dijera que estoy segura de que así es. Tal y como prometieron, me guiaron sin ningún problema hasta la bandera del equipo rojo, y luego me llevaron tranquilamente por otra ruta —una mucho más rápida y segura— hasta la bandera de mi equipo, donde varios hijos de Apolo y Hefesto esperaban por el ataque del equipo rojo y se llevaron una enorme sorpresa al verme. Me preguntan cómo demonios había llegado tan rápido, cómo había pasado a través de Mulán y el resto de hijos de Ares, cómo me había hecho paso a través de los hijos de Eris y los hijos de Némesis, cómo diantres había llegado antes de que los hijos de Hermes, yo señalé a las ninfas que sonreían orgullosas de sí mismas y me quedé tan a gusto con mi absoluta y magnífica respuesta. Astro se me acerca con el ceño levemente fruncido, me repite que todo esto era para que aprendiera a defenderme y a usar armas, pero de inmediato las ninfas brincan en su contra, y, te seré completamente honesta, colega, no puedo quitar la sonrisa victoriosa de mi rostro.

Me sentí muy tentada de quedarme todo el día con ellas, aunque en un inicio me habían parecido algo raras e incómodamente interesadas en mí, al final solo se trataba de que estaban emocionadas por conocer a una hija de Perséfone, algunas comentaron que no podían estar del todo seguras, que posiblemente mi madre haya podido esconder a algún otro semidiós, pero que era muy posible que sea la primera de la historia, o por lo menos la única de los últimos siglos. Me lograron explicar alguna que otra cosa que no entendía del todo con respecto a los poderes que empezaba a desarrollar.

A diferencia de Apolo, Atenea y otros dioses que se representaban varias ideas y artes, mi madre no era exactamente la diosa de la primavera y la reina del Inframundo al mismo tiempo, eran más bien dos fases de ella, fases que marcaban el paso de estaciones. Cuando fuera verano en su máximo esplendor, cuando mi madre estuviera con Deméter en el mundo de los vivos entonces podría notar más cercanía con esa parte de ella, podría manejar mejor la naturaleza que me rodeaba y toda esa información que recibía de la flora de mi alrededor no me chocaría, sino que estaría más a mi manejo. Pero ahora no solo comenzaba el otoño, sino que tanto Deméter como Perséfone se escondían en el Inframundo para escapar de la guerra y de la furia de aquel hijo de Poseidón, porque la parte más oscura de mi madre, la parte de ella que gobernaba el Inframundo, era la que estaba influenciando más en mí, por eso ahora mismo experimentaba más fácilmente con las habilidades que eran más similares a las de los hijos de Hades.

Lo probé por completo cuando me insistieron en que intentara hacer florecer algo, cualquier cosa, pero todo lo que logré es hacer crecer espinas y plantas resecas.

Una de las dríadas se inclina para sujetar con toda la ternura del mundo aquella planta muerta, pero en cuanto tira un poco de ella está se deshace como si fuera ceniza.

—Un hijo de Poseidón como lo es la espada idílica puede acabar sin problema con cualquier hijo de Deméter, con cualquiera que tenga control sobre la naturaleza. Un hijo de Poseidón como lo es el esclavo de Esparta puede tomar el agua, la vida, de cualquier planta y dejar sin forma alguna de defensa a un semidiós que controle la flora a su antojo... pero tus plantas nacen muertas y así se mantienen con fuerza, no tienen agua, no tienen más vida que tu comando.

Aprieto con fuerza los labios. —Es por eso que solo yo puedo detenerlo, ¿no es así? —intento tocar otro tema para huir de la presión que siento por sus intensas miradas sobre mí—. ¿A qué te refieres con "la espada idílica" y "el esclavo de Esparta"? ¿Aún te refieres a Hiccup Haddock verdad?

La ninfa asiente con calma. —Tenemos la edad suficiente como para recordar como era el mundo antes de que Hiccup Haddock fuera tomado por la diosa de las nieves. Esclavizado por los reyes de Esparta, la bendición de Deméter y de Ares lo volvieron el mejor de los guerreros a pesar del desprecio de su padre. El muchacho favorito de la princesa Idylla, la hija de Dorieo... ese muchacho pasó por tanto, incluso si había encontrado algo de calma con la muchacha de Quíone, era solo cuestión de tiempo que no contuviera más su rencor y decidiera que el Olimpo debía de caer.

Percy Jackson y la Venganza por Cleóbula.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora