Lo de enamorarse de un descendiente de Apolo viene de familia

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Había algo que te tengo que admitir en estos precisos momentos, Isabela Madrigal la verdad es que molaba mucho. Era bastante buena en la esgrima, le encantaba juguetear con sus habilidades de hacer crecer cualquier tipo de planta y me contó que había intentando combinar diferentes especies para ver que tipo de locura podía llegar a crear, pero que por el momento nada llegaba a funcionarle del todo. También se le ocurría todo tipo truco con lianas y diferentes plantas carnívoras, me dijo que, por ejemplo, si quería evitarme pisar la tierra del bosque, con una par de movimientos y pidiendo permiso a las ninfas, las ramas de los árboles se moverían por mí.

Sí, ya sé que quieres saber que pasó después de mi primer beso con Rapunzel, un poco de calma que estoy emocionada por juguetear más con los poderes naturales que la buena de mi madre se supone que debería de heredarme, luego te relataré todo lo que quieras saber de sobre mi vida amorosa.

Como te decía, dos horas después del almuerzo, media hora de otro entrenamiento, esta vez mucho más corto, con el resto del grupo que yo todavía no me sentía del todo segura de considerar mis amigas en el Campamento, Isabela había decidido que teníamos que ponernos serias con el tema de los poderes similares que tenemos, a pesar de que le había explicado lo mismo que las ninfas me dijeron, pero Isabela aún así quería probar un poco de suerte y hacer que por lo menos usar mis habilidades propias de ser la hija de la reina del Inframundo no causará que me desmayara de inmediato.

Hablando de ninfas —y porque te veo esa cara amargada, colega—, supongo que lo correcto sería comentarte que finalmente decidimos levantarnos y volver a darnos una ducha para quitarnos la tierra de encima cuando, mientras estábamos tranquilamente charlando y besándonos de vez en cuando, la ninfa de ese arbusto de fresas finalmente hizo acto de presencia y nos regañó por, y cito, "estar de cariñosas y empalagosas en público mientras que robábamos desvergonzadamente sus frutos".

Un final triste y vergonzoso para la primera sesión de besos que he tenido en mi vida, comprenderás que no te la quieto contar por completo, colega. Además que ya ni siquiera recuerdo todo lo que nos había dicho la ninfa del arbusto de fresas, así que, ahora que sabes qué fue lo pasó, continuemos con lo que está pasando en este momento.

Una rosa marchitada y con enormes espinas se alza bruscamente de la tierra al lado de la bella jacaranda que había florecido elegantemente en unos segundos.

Hago una mueca e Isabela me revuelve el cabello. —La tuya funcionará mejor para enfrentarte a Haddock, alegra esa cara... aunque, bueno, si le quieres regalar flores a tu novia mejor espera a primavera.

Mis mejillas se vuelven rojas en el momento que menciona a Punzie. Me cubro la cara con las manos e intento ignorar lo mejor posible todas sus risas, no son precisamente burlonas, pero se sienten como si realmente lo fueran. 

Extiendo la mano para rozar los secos pétalos que han perdido por completo su fuerte color rojo para dar paso a unos tonos blancos y amarillentos. Cada uno de los pétalos, sin importar si los he tocado o no, se convierten en polvo de inmediato, pero el oscuro tallo se extiende y alarga las espinas hasta el punto de convertirse en una imitación de mi mano que roza mi piel. 

Es tan extraño, porque ahora es como si tuviera tres manos, porque cuando un insecto empieza a caminar por el tallo sacudo espantada la mano como si aquellas desagradables patitas caminaran por mi propia piel, y, como te podrás imaginar, la decapitada rosa completamente transformada imita mis movimientos.

Isabela mira todo fijamente. —Podrías detenerlo, atraparlo entre espinas y tallo, tal vez incluso podrías hacerle una especie de prisión de un árbol muerto.

Se me escapa un comentario cruel. —O podría abrir la tierra.

Me da un leve empujón con el hombro. —Sádica —me acusa con una sonrisa burlona que, felizmente, se ve bastante natural—. Me imagino que esto es lo último que quieres escuchar, pero te pareces mucho a Hiccup, hasta cierto punto que da incluso miedo.

Percy Jackson y la Venganza por Cleóbula.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora