Un astuto pelirrojo

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Draco tenía miedo. No lo iba a negar.

No por él. Ya estaba tan acostumbrado a ser atacado, agredido verbalmente y que todos tuvieran la ansiedad de verlo muerto, que no se sorprendería en lo absoluto si en este momento abren la puerta de la cabaña y se encuentra con el mismísimo Voldermort pidiendo una tasa de azúcar.

No.

Le preocupaban Charlie y Jeff y lo que esos hijos de puta podrían hacerles

Ya habían pasado 3 días desde la batalla en la madriguera y Draco, aunque le cueste admitirlo, estaba muy paranoico. Creía que en cualquier segundo encontrarían este lugar y le harían daño a todos los que habitaban aquí, tanto domadores como dragones.

-Debes canalizar esa paranoia, Dragón.-Dijo una noche Charlie cuando un compañero de trabajo tocó la puerta y yo empecé a tener un pequeño ataque de pánico. -No te pido que mantengas la calma, porque yo también estoy nervioso, pero no les des el poder a esos idiotas de hacer lo que quieran con tu tranquilidad.

Sabía que tenía razón, pero como le explicaba que mi miedo no era por mí, sino por él. Yo no podía protegerlo, mi magia era limitada y no quería que Charlie estuviera en problemas por mi culpa, no podría ver a la cara a Molly nunca más si su hijo se interpusiera  entre mis batallas y yo.

Así que, hice lo único que se me ocurrió.

Escapé.

-Voy un momento con Jeff, creo que quería un poco de verduras frescas antes de dormir, también está nervioso.- Mentí con mi corazón queriendo salir del cuerpo.

Charlie me miró con una sonrisa de agradecimiento que me hizo sentir aún más culpable por irme.

-Está bien, precioso, gracias por siempre tenerlo presente, significa mucho para mí 

Justo cuando abro la puerta para no sucumbir ante los deseos de arrepentirme por dejarlo y salvarlo de toda la mierda con la que vengo, Charlie me toma del brazo.

Me hace girarme hacia él y me da un gran beso que me dejó sin aliento. Pero este beso era diferente, si lo conociera mejor, diría que sabe mis intensiones de esa noche.

El beso se tornó obsesivo y hasta demandante de su parte. Nunca lo había hecho, y por un segundo su beso me supo a despedida.

Cuando finalizamos lo que fue un beso arrollador, Charlie me mira y me sonríe.

-Te amo. No quiero que nunca lo olvides.

Lo vi sin comprender.

-Charlie...

-No me digas nada Dragón, solo quería decirtelo. Te amo mucho y agradezco todos los días a tu madre la oportunidad que me dio de protegerte. Ella siempre te está cuidando, amor, yo lo sé.

Me dejó sin palabras y casi le digo todo, pero mis deseos de salvarlo de una muerte segura cuando me encuentren los mortifagos me detuvo en el último minuto.

-Te amo.- Dije, volviéndolo a besar. -Te amo mucho, Charlie. Gracias por llegar en el momento más horrible de mi vida.

-Siempre llegaré a ti.- Susurró. -Aunque corras lejos, siempre te cuidaré.- Casi no escucho su última frase, pero lo hice.

Ambos nos vimos con emoción, yo solo trataba de recordar cada facción, cada línea y gesto de su rostro, porque sabía que no lo vería en un tiempo, y él me veía con cariño, pensando que solo estaría al aire libre unos pocos minutos.

Cuando me iba a ir nuevamente, Charlie me llama.

-Draco.

Lo veo otra vez.

Mi Hermoso Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora