Ya había pasado un mes desde que mi hermoso y perfecto novio me entregó una gran felicidad: me regresó a mis padres y no podía estar más feliz.
-Esto es una pocilga.- Decía Lucius con miedo.
Rodé los ojos.
Sí. Digamos que mi padre aún se hacía la idea de que su heredero y único hijo vivía en una cabaña modesta en las altas montañas de Rumania. Por otro lado, mi madre estaba encantada con Jeff y mi lindo dragón estaba igual de enamorado con ella. Paseaban juntos, comían la merienda juntos y hasta le ofreció darle un paseo por las cuevas. Obviamente no iba a dejar que Jeff se llevara a mi madre para ver al gran y temible dragón negro que los regresó a la vida, pero dieron un cómodo paseo por los alrededores.
Mi padre odiaba a Jeff por quitarle la atención de Narcissa. Pero se le pasaba cuando el dragón le daba una escama brillante de su cuerpo y como eran muy valiosas, mi padre dejaba que mi madre le fuera un poco infiel con Jeff. Según Charlie la reserva se encargaba de que los cazarrecompenzas o los magos oscuros no acosaran a los dragones para quitarle partes de su cuerpo que eran de alto valor.
-Papá, ya te dije que no hables despectivamente de mi nuevo hogar. Si mal no recuerdo es la casa de mi pareja y también debo resaltar que fue el hombre que te salvó la vida.
-No me lo recuerdes.- Decía con tono de tragedia. -Le debo mi vida y la vida de mi familia a un Weasley.- Exclamó con aire ausente, pensando en voz alta. -Te juro Draco que el fin del mundo se acerca. Esa es mi única conclusión.
-Deja en paz a nuestro hijo.- Dijo Narcissa entrado por la puerta. Seguramente terminaba de volar con Jeff. Aún no sé cómo está mujer se ve impecablemente perfecta cuando hace unos minutos estaba volando con un gran dragón. -Nuestro hijo es muy afortunado de tener a una persona que lo ama, lo protege y siempre estará para él. Ahora, creo que se te olvida decirme algo.
Mi padre puso mala cara. Su máscara fría se cayó y murmuró algo muy despacio.
-Disculpa querido. No te escuché, por favor repítelo.
Con un suspiro, el patriarca Malfoy hizo un infantil gesto.
-Tenías razón. Como siempre eres la voz de la lógica en nuestra familia. ¿Contenta?
-Sí. La próxima vez que dudes de mis planes con respecto a mi hijo te recordaré este día.- Decía mi madre con una delicada sonrisa. -Ahora, debemos irnos.
-¿Qué? Pero estoy cómodo y acabo de llegar.
-No actúes infantil, Lucius. Tenemos todo este mes torturando a Draco y Charlie con nuestra presencia. Día y noche hemos invadido este lugar y antes de que vuelvas a decirle pocilga debo recordarte que hace unos días me dijiste que querías comprar una cabaña en los límites de estas montañas porque quedaste impresionado con este estilo de vida y te gustó.
No pude evitarlo, me reí.
No podía imaginar al jefe de la familia Malfoy viviendo como un lugareño y un mundano mago en una cabaña. Esa imagen nunca podría tenerla en mi mente.
-Creo que tienes razón debemos irnos, mira la hora.- Hizo gesto en su muñeca vacía, tratando de escapar de esta conversación que lo comprometía, se acercó a mi madre y le dio un beso en la mejilla para luego extender el brazo. Posteriormente, Narcissa colocó su brazo y reclinandose puso su cabeza en su hombro.
Vi la escena y juro que mis ojos se pusieron llorosos.
Sonreí y los miré.
-Los amo.- Dije de la nada. -Agradezco mucho que estén aquí. Doy gracias a todo lo que es mágico por tener esta segunda oportunidad.
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Mi Hermoso Dragón
FanfictionDraco sabía que correr entre lo alto de las montañas, no era su mejor idea, pero él también sabía que si los Mortifagos lo atrapaban por ser un traidor, iba a recibir un Avada muy doloroso. Él sabía que ahora estaba solo. Lo que Draco Malfoy no sabí...