Capítulo XIII

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No entiendo qué está sucediendo

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No entiendo qué está sucediendo.

Intento comprender por qué mi vida se hizo tan desastrosa de un momento a otro. Quiero entender que hice mal para terminar en esta situación tan aterradora, en la que simple existencia vale nada para todos alrededor. ¿En qué momento mi vida dejo de ser mía? ¿Cuándo todo se volvió tan caótico y desesperante?

No entiendo.

¿En algún momento tuve sueños? ¿Alguna vez aspiré a algo? ¿Tenía metas por el cual me despertaba cada día? No lo recuerdo. Mi mente está en blanco hasta antes de terminar dentro de esos muros, aislado de la realidad misma. Por más que intento pensar en cómo era mi vida antes del caos, simplemente no aparece nada, es como si no hubiese existido antes de eso. Quizás no lo recuerde en mucho tiempo, así que prefiero hacerme a la idea de que fui feliz. Porque ahora lo único que conozco, es el dolor. Mi cuerpo ha experimentado tanto dolor, que ya no puedo ser capaz de acostumbrarme a otra cosa que no sea dolor.

Sin embargo, las cosas ahora son más confusas. Debo escapar, pero no sé de quién en realidad. A donde sea que piso, hay algún desequilibrado mental, y nuevamente termino siendo prisionero. En este punto, ya no quiero seguir respirando y soportando estas porquerías.

Suspiro bajando la mirada a mis piernas desnudas, paso la yema de mis dedos por las cortadas recientes y la sangre seca sobre mi piel. Sé que no llevo mucho tiempo aquí, pero se siente como si fuera una eternidad. Resoplo recargándome en la pared, estiro mi brazo viendo las cadenas alrededor de mi muñeca y mi tobillo.

—Ahora si me veo como una mascota —balbuceo, sintiendo mi cabeza dar vueltas y el frío recorriéndome hasta los huesos—. Hace mucho frío. ¿Cuánto más debo esperar?

Aquel tipo mencionó que podría sacarme de aquí y quizás no debería confiar en esas palabras, pero estoy en una situación en la que prefiero aferrarme a cualquier indicio de esperanza. Quizás salga de aquí y termine muerta en cuanto ponga un pie fuera, cualquier cosa que suceda, será lo mejor. Dije que solo sería una hora hasta que todo esté preparado para salir.

¿Qué sucederá con él?

¿Por qué estoy pensando en él? Su padre dijo que solo soy un juguete, ni siquiera tengo derecho a ofenderme porque hace mucho tiempo aprendí a conocer mi lugar con personas como él; enfermas. Pude darme cuenta de que la relación con su padre es una interminable guerra de poder, sé que aparento ser «útil» para esta batalla, pero soy un peón inservible.

En cualquier situación, siempre seré ese peón que utilizan como sacrificio.

La puerta metálica se abre de sopetón en un instante, ingresa rápidamente, cerrando la puerta detrás de él con la misma fuerza. Sus pisadas son fuertes y rápidas llegando hasta el extremo en donde estoy sentado, me mira fijamente esperando paciente.

—Es momento de sacarte de aquí, Noah —pasa su mano por mi cabello—. No pude conseguirte ropa más abrigada, pero trataremos de ser rápidos.

Se saca su propio abrigo poniéndomelo encima, intentando cubrirme lo más posible de este frío infernal, ni siquiera sé dónde nos encontramos para estar bajo esta temperatura aterradora. Él me ayuda a ponerme de pie, acercándome hasta la puerta metálica.

SelcouthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora