Capítulo II

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CUATRO AÑOS ATRÁS

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CUATRO AÑOS ATRÁS

—No estoy de acuerdo.

—No se trata de estar de acuerdo o no, se trata de lo correcto.

—¡Estás escuchándote! ¿Crees que un jovencito inexperto como él podría manejarlo mejor que cualquiera de nosotros? No me hagan reír todos ustedes —escucho ese atisbo de risa sarcástica y por más que no esté mirándolo directamente, sé que su mirada delata desconformidad ante los puntos expuestos sobre esta mesa—. No estoy a favor, es mi última palabra.

Uno de mis guardias se posiciona detrás suyo apuntándole directamente esperando que dé la orden, los demás en la mesa se mantienen en silencio temiendo que pueda pasar lo mismo con ellos.

—Qué bueno que esas sean sus últimas palabras.

Y esa fue la orden.

Sonrío levantándome de mi lugar paseándome hasta el balcón, recargo mi cuerpo en los barandales echándole un vistazo exhaustivo a toda la pista de baile tentándome a bajar y divertirme como lo hacía antes de terminar en esto, sin embargo, esta reunión también es importante; aunque me importe muy poco lo que estén discutiendo. Claro que me importa muy poco que discutan mi liderazgo, no importa cuánto se opongan o crean que "no estoy apto", el resultado terminará siendo el mismo que de aquel idiota.

—Olvidaron un insignificante detalle —mantengo la mirada en la pista de baile quitándome el saco junto a la corbata—. Acepté esta reunión por formalismos, no porque me interesa tomar en cuenta opiniones tan absurdas y mundanas.

Un carraspeo resuena entre la mesa de los presentes.

—Todos estamos de acuerdo con la decisión...

—Oh, eso ya no me interesa —suspiro enfocando un punto en específico cerca de la barra de bebidas: un punto luminoso entre toda esa agobiante oscuridad y luces neón. Alzo la mirada esbozando una sonrisa amplia cuando veo sus expresiones de angustia y terror ante mis guardias rodeándolos completamente. Ninguno es capaz de moverse de su asiento ante el pánico—. Sucede que ahora lo quiero todo...

Lo tomaré todo y no dejaré nada.

No me detengo a ver lo que sucede detrás de mí porque es evidente, solo mantengo la mirada justo a unos cuantos metros de distancia. Una pequeña criatura indefensa, una presa digna de ser devorada y es una lástima que sus depredadores sean tan insignificantes.

—Señor, hemos terminado.

Doy una mirada de reojo hacia la mesa, la cual ahora está vacía y sin ningún rastro de un claro asesinato masivo. Sonrío asintiendo para volver mi mirada a ese punto en específico.

Resoplo remangando mi camisa hasta mis codos.

—Hace mucho que no me divierto, Garrett.

—¿Quiere un trago, señor?

SelcouthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora