Reflexión

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Cipris recorría su hogar en el Olimpo intentando reconocer cada rincón de la casa, pero aún se sentía fuera de lugar, llegó el momento en que se rindió y se sentó a un lado de Atenea, qué no paraba de cuestionarla sobre el mundo mortal.

─ ¿Desde cuándo tanto interés en el mundo inferior?─ Atenea jamás había sido curiosa, se limitaba a cumplir sus deberes de diosa.

─ Hay un joven que le dedica sus oraciones ─ comentó Iris.

─ ¿Todo este alboroto por un mortal? ¿Qué tiene de raro que un mortal te dediqué sus oraciones? Es algo que hacen todo el tiempo ─ Cipris no encontraba sentido en el entusiasmo de Atenea.

─ Vamos Cipris tu más que nadie debería entenderme─ la vista de la diosa se ensombreció─ él es pescador, además no vive en Atenas, sus oraciones deberían ir dirigidas a Poseidón o a Demeheter no a mí- de pronto al escuchar ese nombre los ojos de Cipris se tornaron furiosos, veían llenos de fuego.

─ Conozco esa mirada, nada bueno puede salir de esa mirada- Iris sonaba entusiasmada─ ¿cómo planeas vengarte?

─ Aún no lo sé, quizá no haga nada ─ Iris soltó una sonora carcajada.

─ Por favor Cipris eso no está en tu naturaleza ─ la diosa tenía un largo historial de venganza y maldad.

─ En la naturaleza de Cipris no, pero en la de Ébano si─ los ojos de la diosa volvieron a tornarse sombríos y tristes; Atenea e Iris se miraron desconcertadas.

─Bueno supongo que esa es una señal de que debemos irnos─ Cipris puso los ojos en blanco- además tengo algunas entregas que hacer- Iris reverenció a Cipris.

─ ¿Irás al mundo mortal?─ los ojos de Cipris brillaban intensamente.
- Así es- la diosa de la lujuria corrió a sus aposentos y tomó un collar de rubíes, una joya que la representaba a la perfección.

─ Entregaselo a Melancton, dile que es una promesa, que tengo que ir por él, tarde o temprano─ Iris dudó un poco en tomar el collar, pero finalmente tomó la joya.

─ No puedes decir nunca que no te quiero, o que no te hago favores─ Cipris abrazó a Iris.

─Gracias chicas, por todo lo que hacen por mí.

─Basta, ya nos vamos o nos vas a hacer llorar─ Atenea tomó la mano de Cipris y se despidió.

Cuando las jóvenes diosas se fueron Cipris se tumbó sobre su cama, viendo al techo, aún no comprendía muchas cosas, ni recordaba otras tantas, su último recuerdo lúcido era la separación con Sandros, aquel trágico día en que el chispazo de luz en ella comenzó a morir, quizá no lo admitía ante Atenea e Iris, pero ella lo amó intensamente, de hecho aún tenía sentimientos muy fuertes por él, pero todo era demasiado confuso en esos momentos, había demasiadas preguntas en el aire.

¿Por qué perdió la memoria?, ¿Por qué aun Demeheter no la había enfrentado?, ¿Sandros aun sentía algo por ella?, ¿Podría aferrarse a Melancton y vivir casi tranquila?

Cipris sentía que la cabeza le iba a estallar, tenía años que no se sentía confundida, de hecho la última vez que se sintió así fue cuando se separó de Hades, el dios del inframundo, siempre había sido sombrío distante, lúgubre, pero eso era normal, incluso ella se sentía más cómoda en el inframundo que en el Olimpo, tenía la certeza de que tantos años ahí abajo la habían dotado de la malicia que poseía, y que a estas alturas no sabía si era buena o mala, quizá convenía ser más como Demeheter siempre sonriente y dispuesta, incluso ingenua, aunque eso siempre le fastidio de ella.

La meditación de Cipris fue interrumpida por golpes en la puerta, se paró y abrió, su sorpresa fue mayúscula cuando vio al mismísimo Zeus en persona.

─ ¿Puedo pasar?
─ Porque no habrías de hacerlo, el Olimpo es tuyo, y yo soy sólo un huésped a la que se le puede correr en cualquier momento─ Cipris estaba sumamente resentida; Zeus pasó y tomó asiento.

─ Basta Cipris, no soy tu enemigo, si tomé aquella determinación fue por el bien de ambas, las cosas se encontraban tensas, y un tiempo lejos de Sandros y Demeheter te caería bien.

─ No vengas a jugar el papel de compasivo conmigo Zeus, ambos sabemos que no lo eres- la ira en la voz de Cipris era cada vez más evidente.

─ Cipris no tolerare tu insolencia, sabes que puedo regresarte a la tierra.

─ ¿Y crees que eso sería un castigo? Sé dónde y con quien ir, no moriré, a menos que decidas borrar mi memoria nuevamente.
─ No comprendo, ¿a qué te refieres?
─ Al hecho que me desterraste en la profunda desesperación, en tinieblas, sin saber mi nombre o cuál era mi crimen, eso fue lo cruel, no el hecho de que me enviarás con los mortales.

─ No sé qué te habrán dicho Atenea e Iris, pero yo no soy el responsable de eso, ni siquiera te desterré personalmente─ Cipris se derrumbó en su silla de mimbre, presa de la incertidumbre y la confusión, Zeus era muchas cosas menos mentiroso, ¿o sí?─ mira si vine es para pedirte qué no inicies una guerra absurda, tu tomaste decisiones, eres tan culpable como Demeheter de todo lo sucedido, las cosas no debieron pasar de esa manera.

─ No comprendo ─Las palabras de Zeus daban a entender que el día en el que ella se fue del Olimpo pasó algo grave o quizá antes.

─ Yo sé que encontraras las respuestas, solo es cuestión que te concentres, a mí no me corresponde despejar tu mente, o disolver el conflicto, suficiente ya he intervenido, descansa y por favor piensa en lo que te dije- Zeus se levantó y salió de la casa, dejando a Cipris mas confundida.

La diosa de la lujuria no tenía conocimiento de que Zeus fuera un mentiroso, sin embargo era el único que tenía el poder de borrar su mente, Demeheter no tenía esa capacidad, él tenía que estar mintiendo, sin embargo las posibilidades se dividían, solo alguien que conociera a Zeus lo suficientemente bien podría de despejar esa duda en específico, Hera, la esposa de Zeus jamás diría algo que lo perjudicara, por muy amiga de Cipris que fuera, entonces solo quedaba una opción; el más grande enemigo de Zeus y su hermano podría ayudarla; después de años sin verlo, sin saber de él, había llegado la hora de que ella enfrentara nuevamente a Hades

asLa'W!

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