Olimpo

Las grayas

─Te lo suplico, necesito mi forma real y sin perder mis recuerdos, no puedo dejar que muera─Cipris pocas veces se arrodillada ante Zeus.
─ Sabes que es imposible, ni siquiera yo puedo bajar en mi forma original sin perder mi memoria ─ Zeus quería ayudarla, sin embargo no podía, eso era parte de la naturaleza de los dioses; impetuosa me apareció Hera con un frasco en la mano.

─ Aquí tienes, este brebaje protegerá tu memoria por tres días─ Cipris la abrazó y salió corriendo de ahí.

Se disponía a tomar el brebaje y bajar cuando fue interrumpida por Atenea e Iris.

─ Detente, nosotras iremos contigo.
─ No tengo suficiente brebaje para las dos ─solo Atenea tenía que protegerse, Iris estaba acostumbrada a viajar entre mundos sin problemas.
─Sólo toma la mitad del brebaje, el efecto duraría la mitad, pero entre todas encontraremos más rápido a Melancton y Jerrome─ Cipris miró el frasco, le agradaba la idea de ir acompañada, no así la de compartir el brebaje, se resignó, tomó la mitad del frasco y le entregó el sobrante a Atenea.

Bajaron a la tierra de los mortales, no sabían cómo comenzar su búsqueda, fue entonces que Iris obtuvo la solución.
─ Las grayas pueden darnos la información, ellas pueden ver el pasado, presente y futuro, pero son repulsivas─ las ancianas eran un mito entre los dioses qué al parecer era real.

─Supongo que debemos ir con las brujas─ Cipris comenzó a caminar.
─ No esperaras que vayamos caminando, llegaríamos para cuando nuestro tiempo ya haya acabado─ Atenea silbó; del horizonte llegó un caballo blanco, batiendo sus enormes alas.
─ Claro Pegaso, ¿cómo no se me ocurrió antes?─ Cipris acariciaba alegremente la crin del caballo, Atenea se subió, a Pegaso, ayudó a Cipris a subir y se dirigieron al ocaso franqueadas por Iris.

Llegaron a un lugar lúgubre, era oscuro y húmedo, al fondo, arrinconadas se encontraban 3 ancianas frente a una fogata, tenían las cuencas de los ojos vacías, y la piel ceniza; las diosas comenzaron a acercarse a las ancianas.

─ !Ya llegaron las diosas!─ las grayas ya las esperaban
─ ¿cómo supieron? ─ Atenea lucía confundida.
─ Para ser la diosa de la sabiduría no eres muy intuitiva- se burló una de las ancianas, Atenea bufó de molestia─ sabemos que el pescador te interesa, que te preocupa, pero descuida el no corre peligro, es Cipris quién debe preocuparse- Cipris decayó, dio dos pasos hacia adelante y suplicó con la mirada.
─ No podemos verlo, pero es el blanco de búsqueda de la Gorgona Yalene.
─ No comprendo que quiere esa mujer con el- la angustia de Cipris iba en aumento.

─ Cariño tú le arrebataste lo qué más amaba, no solo al semidiós, también su belleza, ella te considera culpable─ la anciana que veía el presente era quien hablaba, ella era la que tenía el ojo puesto.

─ ¿Cómo se enteró sobre la vida de Cipris y de Demeheter?─ Iris se dirigía a la graya que podía ver el pasado, pero ella jamás recibió el ojo.
-No necesitamos ver el pasado pequeña, nosotras le dijimos todo lo que necesitaba saber, le hablamos de la diosa que residía entre los mortales; ella pensó que eras tú Cipris, cuando se dio cuenta que se equivocó de diosa regresó con nosotras, le dijimos que estabas en el Olimpo, nos preguntó cómo llegar a ti, y mencionamos al maestro-─ Cipris enfureció se abalanzó sobre las ancianas, pero Iris la detuvo.
─ Malditas brujas, ¿cómo pudieron?─ la diosa de la lujuria se retorcía intentando liberarse de Iris.
─ Cálmate Cipris, ellas no pueden negarse a responder una pregunta, simplemente así son, no era su intención─ Iris intentaba calmar a Cipris.

─ ¿Dónde se encuentra la Gorgona?─ preguntó Atenea
─ Se dirige a casa del ateniense─ contesto la anciana del presente.
─ Pero él no se encuentra ahí ─ dijo confundida Cipris.
─ No lo sabemos, quizá esté bajo algún hechizo de invisibilidad, pero eso no lo salvaría de la Gorgona, ellas detectan el calor─ Cipris corrió hacía Pegaso.

─ Detente no sabes si él está en su casa, ¿además quien lo hechizaría para ser invisible?─ Atenea trató de razonar con ella
─ No puedo arriesgarme, ¿vienés conmigo o regresas al Olimpo?─ Atenea dudó, pero finalmente subió a Pegaso; despegaron y se dirigieron rumbo a Atenas.

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