Forjando su propio destino

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Al llegar al Olimpo Iris y Cipris se separaron, era demasiado el cansancio la tristeza como para permanecer juntas.

De camino a casa Cipris se topó con Hera; siempre fueron amigas, ellas y Demeheter, después todo se complicó, Cipris encontró en Atenea y en Iris a unas hermanas.

─Gracias por todo lo que hiciste por mí─ le sonrió Cipris en cuanto la vio.
─ Era lo menos que podía hacer, después de todo yo te puse en ese predicamento─ Hera parecía arrepentida.

─ ¿a qué te refieres?─ Hera extendió la mano y le entregó a Cipris un hilo dorado.
─ Este es tu antiguo hilo del destino, en él está escrito qué Sandros te salvaría de tu estadía con los mortales, y ustedes se casarían, pero no soportaba la idea de que mi amiga Demeheter sufriera por ese hecho─ Cipris la miraba incrédula─ le pedí a las moiras que tejieran para ti un nuevo destino que apareciera en tu vida un hombre bueno que te ayudar a descubrir tu nueva historia.
─ Melancton
─ Así es, pero todo se complicó; supongo que los dioses no debemos intervenir en el destino
─ ¿Entonces cuál es mi nuevo Futuro?─ Cipris tenía lágrimas en los ojos
─ No lo sé, tienes dos opciones, ir con las moiras y averiguarlo, o formar uno propio─ Hera le entregó un frasco similar al anterior pero más pequeño- es lo último que queda de ese brebaje, su efecto durará un día, puedes ir y resolver las cosas con Melancton, o quedarte con nosotros aquí en el Olimpo, esa es tu decisión ─ Hera se despidió de Cipris y continuó con su camino.

Pasaron unos días y Cipris mandó a llamar a Sandros y a Iris, para poder despedirse; las cosas fueron dolorosas y amargas, pero Cipris había tomado una decisión.

─Nunca olviden que los quiero, y que los llevó en mi corazón ─era inevitable llorar.

─ Me has dejado sola─ Iris también lloraba.
─ Puedes bajar conmigo sí quieres─ Cipris le sonrió persuasivamente.
─ No, yo no concibo la vida sin mis viajes, sin mis obligaciones, sin mis alas; te deseo lo mejor amiga- Iris la abrazó y se fue, no quería ponerse a un más nostálgica; dejando solos a Sandros y Cipris.
─Y tu ¿qué opinas de iniciar una nueva vida como mortal?─ ella le tomó la mano
─ No lo creo, aún debo entrenar, y mi padre necesita un sucesor
─ ¿Qué hay de lo que dijiste de tu destino y lo diferente que sería?
─ Era un mal día, a mí me gusta lo que soy─ ella bajó la mirada, intentando contener el llanto─ hoy no te sientas mal, tú tienes un mejor futuro─ Cipris le dio un último beso en los labios y salió del lugar.

En los límites del Olimpo con la tierra tomó el brebaje y se dirigió a ver a Melancton, cuando llegó una hermosa mujer de amplia sonrisa abrió la puerta, era Atenea, Cipris se percató que ella no la reconocía.

─Disculpa, ¿se encuentra Melancton?─ él al escuchar su voz salió a recibirla.
─ Ébano te presento a Miris, la esposa de mi primo Jerrome, estarán conmigo un tiempo ─ Atenea extendió su mano y la saludó efusivamente.
─ Es un placer
─ Miris dile a Jerrome que regresó en un rato ─ Melancton tomo la mano de Cipris y camino con ella, dirigiéndola a la fuente en donde se conocieron.

─ Ébano me da tanto gusto que volvieras, han pasado tantas cosas desde tu partida; me aceptaron en la escuela de Platón, estudiare con los más grandes filósofos de Grecia─ los ojos de Melancton brillaban de una manera hermosa, el conocimiento era su pasión; entonces Cipris lo entendió ése hombre merecía paz, prosperidad, ser reconocido por la historia como un gran filósofo, y ella no encajaba en ese plan.

─ Me da tanto gusto, Melancton; yo solo vine a despedirme - los ojos del joven se entristecieron ─ las cosas se complicaron y no podré volver.
─ Pensé que tú y yo...─ sonaba
devastado
─ Yo igual, pero me equivoqué, tú estás creando una nueva historia, como un gran filósofo, eso es lo que cuenta ─ el sacó de entre su túnica el collar de rubíes que Cipris le había regalado y sé lo entregó ─No por favor, es tuyo yo te lo regalé─ ella se inclinó, besó la mejilla del joven y se retiró a su nuevo destino.

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El inframundo no era tan tenebroso como muchos pensaban, para ella ese lugar poseía una belleza única.

─ Hera me dijo que podrías venir a consultar a las moiras ¿quieres que te lleve con ellas?─ la voz de Hades parecía alegre, él había demostrado su valentía y lealtad al ayudar a Melancton y a Sandros en todo el caos que desató aquella Gorgona.

─ No, he decidido formar mi propio destino, y vengo a pedirte que aceptes que viva aquí ─ Hades parecía francamente sorprendido.

─ Tu sabes bien que tú y yo...
─ Si lo sé, y créeme que no vengo a buscarte en plan romántico, solo quiero vivir aquí y convivir con un amigo─ Hades sonrió y paso su brazo por el hombro de Cipris
─ Solo tengo una condición, prométeme que no vas a malcriar a cancerbero ─ Cipris soltó una carcajada.
─Te lo prometo.

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OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora