Sandros

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Ésa noche mientras Cipris se disponía a descansar el golpeteo de la puerta interrumpió su rutina, se dirigió a abrir y pudo ver a Sandros.

─No creo que debas estar aquí─ Cipris desvío la mirada del joven semidiós, no pretendía darle a entender el gusto que le daba verlo.
─ No seas mala, no sabes lo mucho que te he extrañado─ el sonaba nostálgico.
─ Y yo a ti, pero todo es tan confuso, ni siquiera recuerdo como éramos antes de todo este drama- una lágrima brotó de los ojos de la diosa.
─ Yo sé que he cometido errores, pero te prometo que he terminado con todo aquello que sobraba─ esa expresión desconcertó a Cipris ¿Acaso se refería a algo o alguien aparte de Demeheter?
─ ¿Qué pretendes? ¿Qué nos unamos, tengamos hijos y cosas por el estilo?─ después de una historia complicada, en donde ella se enamoró del semidiós comprometido con Demeheter; quién en ese entonces era su amiga, y el prefiero retomar su compromiso, ella no podría confiar completamente en él.

─ Sabes que no, jamás me atrevería a pedirte eso, solo quiero recuperar a mi mejor amiga.
─ Si es verdad comienza por contarme todo lo que pasó desde que tú y yo nos separamos─ Sandros pasó y tomo asiento en la silla preferida de Cipris
─ En realidad no mucho, traté de retomar el compromiso con Demeheter ─ Cipris puso los ojos en blanco─ pero te juro que fue para calmar las cosas, lo último que quería era perjudicarte.
─Es curioso que justamente pasara lo contrario.
─ Te pido disculpas si las cosas no resultarán como las planee.
─ Disculpa si soy brusca, pero ahora tengo una nueva historia─ en el momento en el que pronunció aquellas palabras se arrepintió, era un hecho que no quería perder a Sandros.
─ ¿Todo esto es por el mortal, o por Hades?─ de pronto Cipris enfureció, es como si toda aquella oscuridad que trató de reprimir desde su regreso de pronto saliera a la luz.
─ Entiende, esto no es una competencia; madura, no demuestres que tu apariencia es solo una aberración que tu padre creó ─ los ánimos comenzaron a subir, Sandros tomó del brazo a Cipris y la estrujó tan fuertemente que su mano quedo grabada en el brazo de la diosa.

─ Basta Cipris esto no es guerra, y créeme que yo sé de eso- Sandros suplicaba con la mirada y de pronto se derrumbó, cayo de rodillas- lo único que quiero es paz─ comenzó a llorar, era evidente que algo le perturbaba incluso más que lo ocurrido con Cipris y Demeheter.

Cipris sé arrodillo a su lado y lo consoló.
─ No te parece que el concepto de paz es algo irónico para el hijo del dios de la guerra─ Cipris acariciaba el cabello del semidiós intentando tranquilizarlo.
─ Quizá si hubiera crecido con mi madre; si mi padre no me hubiera arrebatado de su regazo mi destino sería distinto─ no paraba de sollozar.
─ Tendrías solo 2 años, y aquel mortal al que despreciaste hace un momento sería tu padre─ Sandros se levantó de golpe y señaló furioso a Cipris.
─ Mientes, me manipulas es lo único que sabes hacer; que se puede esperar de la lujuria, y pensar en todo lo que hice por ti.
─ No te permito que me ofendas─ los ojos de Cipris ardían en furia, ambos se miraban desafiantes, parecía que en cualquier momento surgirían los golpes
─ Tu a mí no me permites nada, y te lo advierto Cipris no te quiero cerca de mi─ Sandros salió furioso de la casa; Cipris lo único que tenía en mente era embonar la pieza final, hablaría con Demeheter, aun sabiendo que se podría desatar un conflicto mayor que el de aquella noche.

A la mañana siguiente buscó por todo el Olimpo a Demeheter sin éxito, a quién si encontró fue a Iris, le preguntó por el paradero de la diosa de la agricultura.
─ Me importaba tan poco, que hasta hoy que Hera me envió a dejarle un encargo me enteré que está entre los mortales.
─ ¿Y Atenea?
─ Desde que el pescador terminó la escultura se la pasa comunicándose con él.
─ Supongo qué es mejor no molestarla.

Pasó una semana y Atenea se presentó en la casa de Cipris, su rostro reflejaba angustia y horas sin descansar.

─ No te ves bien ¿qué te sucede?
─ Supongo que primero debo contarte que el primo al qué tenía que ayudar Melancton es Jerrome.
─ Bueno supongo que Grecia es muy pequeña.
─ El problema es que ninguno de los dos aparece por ningún lado, Jerrome no se ha comunicado conmigo, he pasado horas en el mirador y no lo veo, tampoco a Melancton ─ Atenea estaba sumamente preocupada, de pronto irrumpió Iris

─ Demeheter ha regresado ─ entonces un chispazo pasó por los ojos de Cipris, estaba casi segura que la desaparición de Jerrome y Melancton tenía que ver con ella.

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