La brisa fría se percibía a unos cuantos metros de distancia. Esta se encarga de entrar y rodear todo el Strife Anger, pero esta noche era completamente distinto. Esta noche el techo de metal con una forma triangular y poco particular estaba abierto, como si el sitio fuese una especie de campo de fútbol siendo lo opuesto.
El lugar estaba repleto de personas que suponía que eran de todas las partes de Busan y eso por alguna razón le ponía nervioso, por primera vez, en el no tan largo período como boxeador se sentía ansioso y no tenía la respuesta a ese sentimiento.
Se dedicó a ignorarlo rotundamente, envolviendo en sus manos unas vendas perfectamente blancas y limpias para luego colocar sus relucientes guantes de boxeo, estos de color rojo. Estiró y relajó sus hombros, lanzó un par de golpes al aire siendo una forma de practicar sus golpes mortales.
Para él no resultaba difícil, solo descargaba su ira en alguno de los boxeadores y listo. Bajaba del ring enteramente relajado, pero no estaba si quiera enojado. Por alguna razón, se sentía pleno, por primera vez, no tenía motivos por el cual pelear.
Y de nuevo, sus pensamientos fueron atacados por aquella jovencita quien se atrevió a entrar a un lugar en el que en ese momento era su territorio.
Porque se hallaba él.
Soltó un suspiro, tomando una botella de agua y bebiendo de esta seguido. ¿Por qué pensaría tanto en aquella mujer? No es como si fuese la última mujer que sus ojos hubiesen visto. Apretó la botella, sintiéndose frustrado nuevamente por la intrusa en sus pensamientos.
Definitivamente tenía que descargar esa frustración en algo.
Sus largas piernas desnudas hasta la rodilla a causa de la bermuda que llevaba puesta, le condujeron hasta donde su cuerpo le exigía esa noche.
Necesitaba una distracción.
Y la tendría.
Salió de lo que podría llamarse habitación, el Strife Anger era un caso especial y más que conocido por su estruendoso llamado de atención por el interés tan prestado a sus boxeadores, tanta como para ser capaz de darles un pequeño espacio privado para poder estar a solas.
Aunque fuese diminuto.
Aunque fuese concurrido para unas cuántas folladas.
Aunque el pasillo estuviese lleno de mujeres con sed de un buen acostón.
Aunque si quisiese paz no la podría tener por sus bullicios.
No obstante, JungKook necesitaba esa noche que todos fuesen lo suficiente ruidosos para agitar sus pensamientos. En primer lugar, algo dentro suyo se emocionaba por ver aquella desconocida en frente de él, luego se desconcierta, le enoja como actuaba con descaro frente a él y ahora, ahora deseaba tenerla justo encima de él y descubrir con deleite sobre su piel cuales de todas las opciones imaginarias en su cabeza ella sentiría realmente curiosidad.
Porque esa expresión jamás la olvidaría.
Pero ¿por qué sentía curiosidad él también por una chica que nunca había visto?
Pensándolo bien, con todas las que follaba si quiera sabía sus nombres.
No debía preocuparse por estupideces como esas.
Su interior bailó cuando encontró su próxima víctima y no dudo en acercarse a pasos rápidos, todo lo que sus piernas y el estrecho espacio le permitían. La chica tenía el pelo largo y ondulado, negro. Por supuesto que un cuerpo para morirse, un par de nalgas que adornaban perfectamente a juego con esas caderas y piernas esbeltas.
Un ingrediente muy importante, morena.
Hace unos meses atrás, traía una excitación repentina con las mujeres de ese tono de piel. Quizás porque podía encontrar algo diferente en ellas, tal vez.
...
No vaciló y utilizó su encanto para atraerla a él, lo que esta no tuvo oportunidad de negarse al percibir el encanto de hombre con la que tendría una oportunidad, el mejor orgasmo de su vida, pensó ella.
JungKook no permitió que la chica le besara, él solo necesitaba saciar aquella necesidad de hambre de follar más nada. El hombre de veinticinco años no iba más del sexo, sin besos, si quiera permitía que ellas le abrazasen durante el acto.
El afecto lo aborrecía con todas sus fuerzas tanto que en el coito si quiera lo permitía. Tampoco fueron a la habitación, fueron a uno de los pasillos oscuros del lugar donde no transitaba ninguna gente, él conocía perfectamente la zona y sabía por dónde circulaban las personas y aquí tenían prohibido el paso.
No es como si permitiese estar en boca de todos y que los demás se deleitasen con su forma tan animal de follarse a las chicas.
Después de todo, JungKook consideraba muchas cosas como íntimas que no todo el mundo podría tener y que solo un círculo verdaderamente cerrado puede tener el acceso.
Lo aprendió a duras penas.
Una vez solos, JungKook se dedicó a toquetear su cuerpo con descaro, una cosa es follar como animal y otra no tener cuidado mínimo a la hora del sexo. Le permitió que se excitase y que jadease para él y así de una vez por todas podría disipar la mente con sus frustraciones. Sus manos se deslizaron por lo que puede ser un sostén y lo levantó sin cuidado, pellizcando y mordisqueando sus pezones, buscando que esta le provocase algo más que el gusto de su figura. Adentro su bajo su falda cuando se cansó de sus pechos y adentró un dedo en su vagina algo húmeda.
Un sonoro gemido fue emitido de los labios de la chica. JungKook solo hacía su trabajo sin más apego, se abrazaba a la sensación de humedad a causa de los fluidos de la contraria, dio paso a otro dedo y fue lo suficiente como para que esta se arquease.
—Más, Dios... más, más, más. —Gritó en un gemido cuando desprevenida JungKook movió su pulgar en su clítoris, haciendo movimientos circulares sin detener el simulacro de embestidas con sus dedos.—
Tres dedos abrazaron su no tan apretada vagina. JungKook supo en un instante, que la chica tenía una vida algo agitada lo cual ni juzgaba ni le importaba. La chica estuvo cerca de su orgasmo y los dedos del más alto salieron de su interior con brusquedad, a lo que la morena no le dio tiempo a objetar alguna palabra porque JungKook estaba dentro de ella, desilusionada debido a que le esperaba ansiosa sin protección.
JungKook negado a tales situaciones siempre se veía obligado a protegerse porque no sabía que le depararía el futuro a causa de sus sucumbidos deseos. Apretó la cadera de la chica para impulsar sus caderas y penetrar en su intimidad, su frente ligeramente sudada jadeó por como sus paredes de contraían en su hombría, al menos eso lo disfrutaba. La chica gemía a más no poder, rogando y pidiendo por más.
La mano de JungKook paró en su cuello, sosteniéndolo con diminuta fuerza y aquello pareció fascinarle a la chica. La morena no tardó en llegar a su orgasmo, pero JungKook no pudo evitar sentirse impotente por no disfrutar por primera vez en su vida un polvo.
Salió de ella y le permitió arreglarse sus prendas, viendo como esta se retiraba sin nada más que decir. Él también accedió a vestirse alejándose del lugar y preparándose para abrir el campeonato.
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illegal | JJK.
FanfictionJeon JungKook es un famoso boxeador en el Strife Anger. Un centro de peleas a las afueras de Busan, lejos de cualquier ser humano que pretendía ser decente. El espacio perfecto para mover hilos de forma ilegal y en la que JungKook estaba líado si se...