dieciséis.

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Merlina tiene (énfasis en tiene) que contarle a Enid sobre sus visiones antes de que piense que está sufriendo ataques epilépticos y llame a una ambulancia. Además, no es como si fuera a durar mucho tiempo evitando que Enid la toque sin que la otra chica se pregunte si algo está pasando.

Ella se lo toma muy bien. Claro que lo iba a hacer, aún así, una pequeña parte de ella tenía miedo de que el hecho del problema de licantropía no desarrollada de Enid las pondría en una situación incómoda. Merlina sabe lo mucho que ha lastimado a Enid ese tema que solo pensar en hacerle sentir mal la angustia.

Enid reduce todo el contacto físico casi al día siguiente y lo mucho que Merlina ha acostumbrado a tener a Enid siempre dentro de su espacio personal se convierte en un problema. Un espantoso vacío se instala en su interior cada vez que nota cómo Enid se detiene al intentar abrazarla o agarrarle la mano.

Está furiosa con su madre por esa misma razón. Ella nunca quiso nada de esto. Si pudiera, se desharía completamente de esta maldición de sangre que su madre le ha pasado.

Decirle a sus padres es otro problema. Está totalmente segura de que si lo descubren, la enviarán a esa escuela de la que siempre estaban hablando. Y simplemente es algo que Merlina no tiene en sus planes. No cuando significa estar lejos de Enid.

Enid tenía su corazón en sus manos, un paso en falso y Merlina no sabía si saldría viva. Debía mantenerse así, en el statu quo, al menos por ahora. Hasta que arreglara su problema con las visiones.

Pero el universo nunca está de su favor.


...


Merlina está esperando a Enid afuera del instituto. Se supone que van a caminar hasta su casa como siempre lo hacen.

Y luego....

— Si Sinclair no fuera lesbiana te juro que le daría.

Merlina estuvo a punto de partirse el cuello por lo rápido que volteó su cabeza buscando de dónde provino el comentario.

Dos chicos que había visto un par de veces en el pasillo estaban fumando detrás de las gradas dónde estaba sentada.

— No es como sí tendrías oportunidad. Me han dicho los hombres-lobos no se mezclan con otras especies.

— Siempre he querido coger con una marginada. —Uno de los chicos, el más alto, rio. Merlina se tensó y apretó sus puños. — Quizás es lo que necesita. Una buena follada.

— ¿Crees que aulle en la cama?

— Me encantaría averiguar eso.

— Seguro que...

El enojo la ciega porque cuando lo nota está parada lanzandole un puñetazo a uno de los chicos. Directo a la nariz. Crack.

La sangre no tarda en caer, ni el dolor en los nudillos de un golpe sin presicion.

— ¿¡Qué te pasa, psicópata!? — el chico más alto grita, llevándose la mano a la nariz en un intento de detener la hemorragia.

Merlina titubea unos segundos. Ella misma está sorprendida por lo que acaba de hacer y en ese momento el otro chico se abalanza hacia ella para empujarla hacia atrás. 

— ¡Hija de puta!

Su espalda choca bruscamente contra el suelo. Merlina está segura que escucha alguno de sus huesos salirse de su lugar. Eso hace que vuelva a recuperar sus sentidos.

EN OTRO UNIVERSO; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora