**Immerse your soul in love**

CAPITULO 19

Seokjin

—Justo ahí—, gimo—. Se siente bien, Leah.

Suelta una risita mientras mueve el bolígrafo de un lado a otro bajo mi escayola. Me pica muchísimo.

—¿Estás mejor, prometido? —, pregunta.

Asiento con la cabeza y retiro la mano mientras apago el Jeep frente a su casa. Hace tres semanas que hemos estado jugando a este juego. Tres semanas de estar en secreto con Kook por las tardes y los fines de semana, pero montando un espectáculo durante el día. Al menos ahora, la mayoría de los chicos nos han aceptado a mí y a Leah como una pareja oficial. Estamos mejorando con la actuación.

—¿Cuándo te quitas eso?

Refunfuño. 

—Esta tarde. El médico pensó que podría necesitar una operación, pero va mejor. Me lo quitarán si todo parece estar bien.

—¡Justo a tiempo para el partido de fútbol de mañana por la noche!—, exclama.

Hago una mueca ante sus palabras. Todo el mundo piensa que en cuanto se quita la escayola, todo vuelve a la normalidad. Nada volverá a ser lo mismo.

¿Por qué demonios iba a empezar a jugar al fútbol de nuevo cuando podría estar pasando ese tiempo con Kook?

El simple acto de desafío hacia mi padre me hace respaldar mi decisión. El fútbol fue divertido durante un tiempo y me mantuvo distraído del dolor que tenía cuando se trataba de Kook odiándome. Pero era simplemente eso. Una distracción. Ahora que Kook es mío y somos felices, no podría importarme menos el fútbol. O cualquier cosa de todos modos.

Todo lo que importa es él.

Pienso en lo cerca que hemos estado del sexo últimamente. Me pone tan jodidamente cachondo. Toda la mierda sucia que me dice es enloquecedora. Todas las cosas que quiere hacerme. Pero me jode que solo sean palabras.

Claro, ha estado metiendo los dedos en mi culo y las intrusiones ya no son tan extrañas, pero quiero su polla allí. Se lo he dicho.

—Hola—, Leah chirría—. Tierra al chico extraterrestre. Tu cabeza está en las estrellas. ¿Qué pasa?

Salimos de mi Jeep y la acompaño hasta su porche.

—No voy a jugar al fútbol—, le digo.

Sus ojos se abren de par en par, haciendo que parezcan súper búhos detrás de sus gafas. 

—Espera. Te van a quitar el yeso y el entrenador Sullivan probablemente te rogará que vuelvas al equipo y ¿todavía vas a caminar? ¿Por qué?

La irritación me corroe el pecho. —Porque no quiero.

—Pero se te da bien y la universidad...

—Para—, le grito.

Hace una mueca de dolor y me siento culpable por haberle gritado. —¿Pero tu padre no se enfadará contigo?

—Papá tiene una nueva agenda—, afirmo en tono frío, señalándola a ella.

—Bueno, es bueno que hayas estado dándolo todo entonces, ¿no? —, dice, tirando de mí hacia ella para darle un abrazo—. Haz que se concentre en nuestro supuesto compromiso y quizá te deje en paz con el fútbol. Estoy en tu equipo, Seokjin. No te preocupes.

La abrazo fuerte y le doy un beso en la cabeza. Un coche se detiene, pero no me alejo por si son sus padres. Cuanto más convenzamos de lo enamorados que estamos, más se alejará mi padre de mi culo sobre el fútbol.