La confesión (parte 2)

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-¿A dónde vamos?.- Pregunté al darme cuenta que ese no era el camino a la universidad.

-Déjate llevar, ¿recuerdas?.- Asentí y guardé silencio por un largo tiempo.

Pasamos todos los edificios de la ciudad, alejándonos del trafico y limitándonos a dos carros cada 100 metros. Sabía que íbamos a fuera de la ciudad ya que todos los edificios se hacían cada vez más pequeños cada que volteaba por el retrovisor.

-Dejarme llevar no incluía faltar a la escuela todo un día, sabes que soy muy cumplido.

-Lo sé, pero prometo que será solo por hoy, quiero enseñarte algo.

-¿Así como detrás de las gradas?

-Sí, pero más significativo.

Mientras oía la música de fondo, (parecía algo alternativo pero muy relajado) pensaba en lo que podía ocurrir en ese lugar, o que sería, viendo el paisaje podía adivinar que era una especie de bosque o un lugar de ambiente natural. Pasamos por algo de comer, compró una cesta y muchas frutas. Podría ser un día de campo, me encantaba la naturaleza, pero jamás había estado en contacto con ella aquí, en México, era algo nuevo para mi, el estar en la naturaleza y con Samuel. Aun estaba procesando todo lo que había pasado. Samuel declaró una especie de atracción por mi y que era bisexual y yo le dije que era gay y que había sido él el que me terminó de aclarar esa duda y sin olvidar esas chispas y esa química que sentí al tenerlo tan cerca de mi cara y tomándome la mano.

Era mejor que un sueño, el chico más guapo que jamás había conocido estaba conmigo, escapándose de la escuela y en camino a su lugar secreto. Antes jamás hubiera pensado en algo así, ni siquiera con Sebastían y ahora podía imaginar eso y mucho más, solo faltaba que todo fluyera con naturalidad. En realidad era nuevo en esto y no sabía como actuar. 

No había pensado en una cosa... ¿quién más sabía de su bisexualidad?. 

Estaba a punto de preguntarle cuando estacionó el auto en una especie de prado, alejado de muchas cosas, parecía que estábamos solos en el mundo, ni un alma humana estaba en ese lugar solo la naturaleza, Samuel y yo.

-¿Qué te parece?.- Dijo poniéndose a un lado de mi.

-Es... hermoso, Samuel.- Estaba lleno de vida, verde, lleno de árboles, pasto, animales y un gran lago. No parecía que siguiéramos en México, parecía un lugar fuera de lo común y estaba solo, únicamente para nosotros dos.

-Me alegra que te guste Guille.- Me gustaba mucho como decía mi sobrenombre, no era igual al de mi madre, por lo cual no me incomodaba, era muy a su estilo.- Encontré este lugar cuando intentaba escapar de todo, vengo aquí cada que necesito alejarme, es como si estuviera en otro país diferente, alejado de las personas, alejado de los problemas.- Giró para verme.- Te traje aquí porque es un lugar lleno de paz, y por lo que me contaste es algo que necesitas.

-Gracias.- Contesté.

Samuel fue al carro, sacó las cosas y caminó hasta que dar a unos metros del lago.

-Sígueme.

Caminé y lo ayudé a acomodar todo, la manta, la comida y las bebidas.

Estuvimos ahí un buen rato, hasta que por fin hable.

-Ammm... ¿Puedo preguntar algo?.

-Cla- claro.- Dijo con la boca llena de pan.

-¿Quién más sabe que eres bisexual?

Escupió todo el pan, salió como un proyectil de su boca, a lo lejos solo vi que los patos iban por las migajas de aquel pan masticado.

-Pues en realidad...- Hizo una pausa.- No muchos saben, solo sabe Andrea, mis padres y los chicos del consejo estudiantil.

Siempre tuyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora