—Me di cuenta de no estás usando tu... —Aclaró su garganta.
—Tengo un día libre —le dije, con mi voz más ronca que lo que esperaba. Llegué detrás de mi cuello y agarré la tela de mi camisa, tirándola por encima de mi cabeza y cuerpo, disfrutando de la manera que su baca se abrió y su mano acariciaba su labio. Me desabroché la correa, tirando de ella a lo largo de las hebillas de mis vaqueros, poniéndolo en el suelo. Me despojé de mis zapatos y mis vaqueros.
Generalmente me gusta estar medio desnudo durante el sexo, pero quería darle mi desnudez, como un obsequio, egoístamente quería sentir cada pulgada de su piel desnuda contra la mía.
Esta era mi primera follada en tres años y no quería perderme de nada.
—Ven aquí —le dije. Y arrodíllate.
Así lo hizo y podía oír su respiración, arrodillado delante de mí con sus piernas cruzadas se mofaba de mí y le repetí—: Ven aquí —le dije—. Y arrodíllate.
—Retira mis calzoncillos —le dije, apuntando hacia abajo con mi boca para indicar mis bóxer negros. Los retiró, bajándolos por mis caderas y gemí cuando mi erección fue finalmente liberada.
Posó sus labios sobre mi pene.
—Déjame chuparlo— me suplicó—. Déjame darte placer...
Toqué su labio inferior con mi pulgar echándolo hacia abajo para abrirlo más.
—No te muevas —le dije y luego coloqué mi pene en su boca.
Santa Mierda.
Mierda, qué bien se siente.
Habían pasado solo unos días y me olvidé de que su boca era un pedacito de cielo, cálida y húmeda, con su mirada fija en mí, su lengua danzaba en la base de mi pene.
Até mis manos por encima de su cabeza, jodiendo cualquier estilo adorable que se hizo en el cabello, y lentamente se retiró, disfrutando cada instante mientras posaba su boca y su lengua por toda mi piel. Luego me derretí de nuevo más desenfrenado, mis ojos se pasearon por su cuerpo fijamente desde la cabeza hasta sus ojos, hasta sus pies, notando fijamente la forma en la que acariciaba su pene, mientras me follaba con su boca.
Mantuvo sus ojos fijos en los míos, mirándome a través de sus largas y oscuras pestañas, pensé en todas las veces que había sacado mi demonio interno y todas esas veces que quería joder su cabeza (luego azotar su culo por volverme un maldito enfermo por él)
Afiancé mi agarre en su cabello. Quería ser brusco, hacerlo llorar, quería llevarlo al punto en que apenas pudiera contener los gemidos.
—¿Listo? — le susurré todavía dudando entre consentimiento y la precaución
Entonces ahogó su gemido dando señales de frustración, como si le molestara lo que le pedía.
—Falso cordero —le dije y empujé con fuerza en su boca. Escuché su ahogo mientras golpeaba el fondo de su garganta, pero solo le permití un respiro antes de arremeter contra su boca con la misma intensidad. Sabía que era más grande que la mayoría de los hombres y sabía que era más difícil empalar por el tamaño de mi pene. Pero no iba a cortar su confianza a menos que se lo buscara, sobre todo después de aquel beso tan excitante.
—¿Te gusta ser malo? ¿Te gusta que te castiguen?
Se las ingenió para asentir, con sus ojos llorosos, se quedó mirándome con delicadeza y pude notar la honestidad en sus ojos.
Juré
—Me vas a volver loco.
Jugueteó alrededor de mi pene y, joder, ni yo mismo tenía que ser absuelto de todos estos pecados porque San Pedro mismo no habría sido capaz de resistirse a los encantos de este hombre. Hice varios movimientos en su boca, justo hasta que pude sentir la presión en mi vientre y contuve mi respiración con mucho esfuerzo para no venirme justo en su hermosa cara.
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P R I E S T -KOOKJIN
FanfictionAdapto esta historia porque alguien la inicio y me dejó picada!!