PARTE 6 SIN CORREGIR

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A pesar de todo, aún quería responder a su última oración, la última motivación por la que él se encontraba aquí en esta oficina. Quería tomar su mano y darle un suave ánimo de sabiduría, pero demonios, nada sobre mi era suave justo ahora. 

Sus palabras. 

Sus malditas palabras. 

Fue suficiente  escucharlo hablar sobres su trabajo en ese club, pero luego cuando describió el tacarse a si mismo, persuadiendo a su pene en un orgasmo, y me imaginé a mi mismo como uno de esos hambrientos hombres de negocios mirando, ofreciendo todo lo que había en su billetera solo por ver ese rosadito ano pulsando por placer. Apuesto a que podría verlo ahora si quisiera. Podría pararlo junto a la pared y tirar de esos pantalanes cortos, patear sus piernas abiertas así él estaría expuesto a mi...

No existía forma en la tierra que pudiera durar un minuto más en esta reunión. 

Dios debe haber escuchado mi silenciosa oración porque su teléfono sonó, un pequeño tono como de negocios, y él lo pescó  fuera de su bolso. 

—Lo siento — gesticuló mientras atendía al llamado. 

Le indiqué que estaba bien, tratando de resolver el problema mayor que era cómo pararme sin revelar lo que sus palabras me hicieron. 

Finalizó la llamada rápidamente. 

—Lo siento— se disculpó otra vez—. Salió algo del trabajo y...

Le extendí una mano. 

—No te preocupes por eso. De todos modos, tengo una reunión parroquial dentro de poco. —Eso era mentira. La única reunión que iba a ocurrir era entre mi mano y mi pene. Pero probablemente no habría una buena forma de convertir eso. (Hice una nota mental para pedir perdón por esa mentira tanto como para lo que encontraba por hacer también).

—Yo, ah, espero verte pronto de todos modos. 

Me dio una hermosa sonrisa mientras se paraba y tomaba su bolso. 

—Yo también. Adiós, Padre.

Ni siquiera pude esperar a estar seguro de que se hallaba fuera de la iglesia. Tan pronto como Seokjin se fue, me paré y bloqueé la puerta, tomando el tiempo solo de moverme hasta mi escritorio así podría sostenerme con una mano en la superficie mientras buscaba a tientas mi cinturón. 

No existía tiempo para sentirme culpable o cuestionarme mis motivos o para ningún pensamiento remotamente parecido. Ni siquiera empujé mis pantalones más lejos de lo que me tomaba liberar mi pene, y ya me encontraba masturbándome fuerte y rápido, nada más en mi mente que liberación. 

Traté de pensar en algo más, alguien más, diferente del hombre que vino a mi buscando el perdón de Dios y consuelo. Pero mi mente seguía regresando a él, imaginándolo en el club, pero moviéndose para mi y solo para mi, empujando su tanga a un lado para mostrarme lo que yo mas quería. 

Cristo ayúdame.

Lo sentí construirse, tensa electricidad en mi pelvis, y empujaba ahora en mi mano, deseando que estuviese follando a Kim Seokjin, su mano en su pene o dentro de su trasero, no me importaba, y luego dispare sobre mi escritorio, pulsando y chorreando e imaginando que cada gota de mi era derramada en su piel blanca. 

Mi mano quedó quieta y mi respiración se volvió más lenta y la realidad se estrelló de vuelta. Aquí me hallaba, con mi pene en mi mano, viniéndome sobre mi litúrgico calendario de escritorio, y una figura de San Agustín mirándome con reproche desde la pared.- 

Mierda. 

Mierda. 

Adormecido, abroché mis vaqueros y arranqué la primera hoja del calendario y la tiré, el sonido del grueso papel arrugándose era fuerte y casi acusatorio, y mierda, ¿Qué demonios he hecho?

P    R   I   E    S    T -KOOKJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora