PARTE 12

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Dejé la sacristía con un humor extraño, tratando de invocar esa etérea tranquilidad claramente no física que sentí antes, y entonces giré la esquina y vi a Seokjin de pie en el pasillo ce3ntral, el único feligrés restante. 

Sinceramente, no sabía qué hacer. Éramos urgidos a abandonar la tentación, pero, ¿Qué si mi trabajo era ayudar al tentador? ¿Esto era más equivocado que escabullirse lejos, dejarlo sin ayuda, y evitar la lujuria y el deseo? Porque, por supuesto, la lujuria era mi propio problema, no el suyo, y no era una excusa para ser frío con él. 

Pero si iba hacia él, ¿Qué más arriesgaba?

Más importante aún, ¿lo arriesgaba porque quería corres el riesgo? ¿Solo me decía a mí mismo que me preocupaba por su desarrollo espiritual, así podría estar cerca de él?

No, decidí. Eso ciertamente no era verdad. Era simplemente que la verdad real era mucho peor. Me preocupaba por él como una persona, como un alma, y quería follarlo, esa era la receta para algo mucho pero que el pecado carnal. 

Era una receta para enamorarse. 

Iría hacía él. Pero lo pondría en contacto con un líder del grupo de jóvenes, para que Seokjin buscara directamente guía para él en lugar de mí, y esperanzadoramente las misas ocasionales serían el alcance de nuestras interacciones. 

Seokjin miraba fijamente el altar a medida que me acercaba. 

 —¿No hay huesos allí dentro?

—Preferimos llamarlos reliquias. —Mi voz tenía nuevamente ese involuntario timbre profundo. Me aclaré la garganta. 

—Parece un poco macabro. 

Hice un gesto hacia el crucifijo, el cual representaba a Jesús en su momento más sangriento, roto y torturado. 

—El catolicismo es una religión macabra. 

Seokjin se giró hacía mi, con el rostro pensativo. 

—Creo que eso es lo que me gusta de él. Es crudo. Es rea. No pasa por alto el dolor, el sufrimiento o la culpa, las destaca. Donde crecí, nunca lidiabas con nada. Tomabas pastillas, bebías, lo reprimías todo hasta que eras una cara cáscara. Me gusta más esta forma. Me gusta confrontar las cosas. 

—Es una religión activa —concordé—. Es una religión de hacer, rituales, oraciones, peticiones. 

—Y eso es lo que te gusta de ella. 

¿Qué es activa? Sí, Pero me gustan también los rituales por sí mismos. —Miré alrededor del santuario—. Me gusta el incienso, el vino y los cantos. Se siente antigua y sagrado. Y hay algo acerca de los rituales que me lleva nuevamente hacia Dios cada vez,  sin importar cuán malo sea mi estado de ánimo, sin importar lo mucho que he pecado. Una vez que empiezo, todo se desvanece, como si no fuera importante. Lo cual no lo es. Porque aunque el catolicismo puede ser macabro, también es una religión de alegría y conexión, de recordar ese dolor y ese pecado al que no podemos aferrarnos por más tiempo. 

Se movió, su zapato plano tropezando contra mi zapato. 

—Conexión —dijo—. Cierto.

De hecho, sentía conexión justo ahora. Me gustaba hablar de religión con él; me gustaba que la entendiera, que la entendiera de una manera en que gran parte de los feligreses en todas su vida no lo hacían. Quería hablar con él todo el día, escucharlo todo el día, tener sus palabras entrecortadas susurrándome al dormir por la noche... 

Noo, Jungkook. Malo. 

 Me aclaré la garganta. 

—¿Con qué te puedo ayudar, Seokjin?

P    R   I   E    S    T -KOOKJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora