8. La Boda

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Una enorme finca se hallaba finamente decorada. Ramos de rosas moradas y lilas estaban minuciosamente organizadas y se extendían por un camino que llevaba hasta un altar el cual estaba elaborado con deliciosas telas lavanda y decorado con rosas del mismo color cubierto de pétalos de flores blancas y violetas, dejando en el aire un ambiente mágico.

Los meses habían transcurrido con rapidez y el día por fin había llegado. Marín se admiró en el espejo.  Cada detalle era perfecto. Su cabello rojo lo llevaba recogido en una moña que caía sobre su hombro derecho y llevaba puesto un vestido blanco de straples ajustado a la cintura y suelto en las piernas, dejando ver una figura delicada y bien pronunciada. Seika, Shaina y Laila le acompañaban, estaban las cuatro reunidas en una de las habitaciones de la gran finca, las tres chicas, que tenían que hacer el papel de damas de honor, lucían hermosos vestidos de seda de color violeta, y no podían dejar de mirar con admiración y con un dejo de envidia a la novia.

 Seika, Shaina y Laila le acompañaban, estaban las cuatro reunidas en una de las habitaciones de la gran finca, las tres chicas, que tenían que hacer el papel de damas de honor, lucían hermosos vestidos de seda de color violeta, y no podían dejar ...

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—Luces hermosa —soltó finalmente la italiana.

—Es verdad. Estás bellísima —continuó Seika.

—Ya niñas —las interrumpió Laila—, algún día nos tocara a nosotras.

—A ti seguramente te pase pronto —acotó Shaina algo melancólica.

—No sabía que esto de las bodas te pusiera tan triste —comentó Marín.

—Estoy triste porque ahora mi mejor amiga ya no estará conmigo tanto —le contestó la italiana.

—Yo siempre estaré contigo —le tranquilizó.

Shaina sonrió complacida, no esperaba menos de su amiga, habían compartido muchas cosas juntas, pero el tiempo y sus respectivas carreras las habían separado, donde Marín decidió dedicarse a la enseñanza y Shaina a atrapar delincuentes, pero aun así, se mantuvieron en contacto día a día. Shaina recordaba como una tarde después de un duro trabajo, la pelirroja le había llamado a contarle muy emocionada sobre un hombre con el que estaba saliendo, según ella era el hombre de sus sueños. Shaina tuvo miedo de aquel amor, temía por su amiga y que ésta terminara con el corazón destrozado, pero sus miedos fueron infundados y ahora, ahí estaba Marín, su hermana y cómplice, luciendo un vestido de novia, algo que jamás se imaginaron alcanzar, y no podía sentirse más feliz por ella.
Pero al mismo tiempo la Italiana se sentía triste, y no porque su amiga se alejara un poco más ahora que sería la esposa de alguien, no, su preocupación, angustia y tristeza se extendía al hecho de que tal vez ella jamás tendría lo que tenía Marín: Alguien que la amara de esa manera, y no entendía porque en ese momento se sentía así cuando nunca le importó comprometerse con nadie, pero desde que todo el bullicio de la boda empezó ella comprendió que sí quería casarse, caso contrario de Milo. Llevaba tiempo compartiendo con él, lo amaba, le gustaba esa relación así, sin tantas complicaciones, pero… ¿estaba dispuesta a dejar de lado su deseo por complacerlo a él? ¿Él la amaba tanto como ella a él? ¿Valía la pena sacrificar sus anhelos? ¿Y qué pasaría cuando quisieran formar una familia? Ella quería hijos, pero no estaba segura si él pensaba lo mismo. A decir verdad, nunca habían hablado de eso, sin embargo, siempre que había un niño cerca Milo desaparecía demostrando que no le gustaban en lo más mínimo. ¿Qué pensaría él realmente de todo eso?

Sin Escape V.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora