10. Volviendo a casa

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Estados Unidos

—Esto se va a poner bueno —comentó Kanon a Saga saliendo del edificio Smith—. Creo que nunca vimos tanta algarabía en el Santuario. Bueno, lo poco que yo alcancé a ver.

—No empieces Kanon. Eso fue hace mucho tiempo y te he soportado lo suficiente para remediar el daño que te hice en el pasado. Kanon, si te soy sincero creo que Sarah está muy angustiada.

—Se le nota a leguas, querido hermano, pero ese es problema tuyo. Yo por ahora iré a empacar para nuestras vacaciones permanentes. Es increíble que Smith se haya dejado comprar por unos cuantos billetes.

—La señorita Kido, le ofreció una gran suma de dinero por nuestros servicios, y que estemos fuera por largo rato será un alivio para el jefe.

—De eso trata nuestra vida: ir de un lado a otro pateando traseros. Nos vemos temprano mañana hermano y vigila bien a tu mujer.

—Por favor, no llegues tarde.

Saga y Kanon tomaron caminos diferentes cada uno en su auto y aunque a Saga se le hizo muy largo el viaje por fin estaba en casa donde una muy callada Sarah esperaba.

—Hola, ¿estás bien? —quiso saber él.

—¿Sabes? No sé si pueda soportar a Kanon tanto tiempo. Ahora tenemos que compartir el espacio.

—No será por mucho tiempo. Te aseguro que no tendrás que verlo seguido, estaremos muy ocupados —le tranquilizó.

—Es decir que tampoco te veré a ti. ¿Para qué voy?

—Sarah, ya te lo dije. Nos conocen, pueden hacerte daño.

—Saga —suspiró sentada en la cama y sosteniendo la mirada del griego—. No estoy muy segura de querer ir a ese lugar.

—Sé que no son las vacaciones que te prometí…

—Lo sé, pero no es eso. Yo... yo tengo mucho miedo.

—No dejaré que nada malo te pase, te lo prometo.

—Según lo que me contabas, ese es tu hogar, ¿y si quieres quedarte?

—Eso lo veremos con el tiempo —contestó tajadamente alejándose de ella.

—¿Entonces si has pensado en la posibilidad de quedarte?

—Es complicado.

—Explícate.

—Soy un guerrero al servicio de Athena, ese es mi trabajo, por más que ella diga que seguiremos con nuestras vidas normales, dudo que sea así, por eso te digo, el tiempo lo dirá. Hay que alistar el equipaje.

—Claro.

X-X

Kanon llegó a su apartamento en la calle Tucson, se encontraba bastante cansado y agobiado por toda la situación y lo menos que quería ver era a personas desagradables, sin embargo, ahí estaba ella tirada en el suelo justo al frente de su puerta.

—¿Qué haces acá? —preguntó molesto pasando por encima de ella para abrir la portilla.

—Hola, Kanon —saludó Silvia con timidez dejándole pasar.

—¿Contestarás mi pregunta? —continuó mientras hacía girar la llave.

—Sé que no quieres verme.

—¿Y qué te hace pensar eso, Silvia? —dijo mirándola socarronamente para que no quedara duda del sarcasmo en sus palabras.

—Kanon, sé que la cagué. Te pido mil disculpas.

Sin Escape V.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora