Caminar hasta ocultarme en una desolada calle fue algo que hice por inercia, debido a que después de irme de la casa del duque mi mente quedo perdida, pasmada, alejando de ella toda idea y utilizando ese vacío para protegerme, abstrayéndome de la realidad y refugiándome lejos de ella, sin embargo, esta ausencia que me liberaba de mi tristeza no duraría para siempre, y cuando sentí una mano que tocaba mi hombro, regrese de inmediato a mi cuerpo para defenderme, como si el dolor causado me devolviera para mantenerme alerta. Siendo consciente de lo que ocurría a mi alrededor, me di cuenta de que la tarde ya había llegado, y que quien trataba de hablarme tocando mi hombro era una mujer quien quería que me alejara de su casa luego de estar sentada por horas frente a ella.
Alejándome de ese sitio me convencí de que no podía pasarme el resto de la vida con la mirada perdida, y que callarme les daría impunidad a los actos del duque, abriéndole paso para que los siguiera cometiendo, y plantándome firme en esta idea me dirigí a la estación de policía, donde pondría en conocimiento de lo sucedido a las autoridades, dejando de esta forma en sus manos la búsqueda de la justicia, una justicia que jamás llegaría, y por el contrario tornaba a las personas en mi contra cada vez que hablaba de manera negativa del duque Bennett. Los policías que escucharon mi relato se enojaron tanto que trataron de golpearme y me sacaron a empujones de la estación, asegurando que de volver a escucharme hablando del duque me encerrarían por levantar calumnias en contra de un respetado hombre.
Fue así como conocí la brecha que divide el mundo entre débiles y fuertes, entre tiranos y oprimidos, entre verdugos y condenados, y yo era la prueba viviente de la desigualdad que aquejaba las masas, y por eso en el futuro me levantaría como una tempestad que no podrían controlar.
Sin conseguir ayuda me deprimí aún más de lo que ya estaba, perdiendo el apetito y vagando por las calles hasta que el hambre fue imposible de soportar. Luego de desmayarme por la falta de comida desperté en medio de la noche bajo una lluvia que lavaba mis tristezas, animándome al beber las gotas que caían en mi boca, como si el ser de las alturas calmara mi sed con cariño para así poder seguir, y al sentir su apoyo metí la boca en un sucio charco que comenzaba a formarse, saciando mi sed y prometiéndome que no moriría de tristeza en ese lugar.
Al siguiente día robe unas ropas que secaba una mucama luego de lavarlas, y cambiándome con ellas, me quite el vestido para venderlo por unas monedas, el cual, aunque estaba un poco roto por el forcejeo con el duque, aun se podía vender por un buen precio, el dinero que recibí lo hice durar tanto como pude comiendo una sola vez al día un pedazo grande de pan y un vaso de leche, y en ese tiempo me pasee por las calles tratando de decidir qué sería de ahora en adelante, esperando ver mi futuro en lo que hacían los demás para así imaginarme como seria mi vida, y de qué manera me ganaría una paga. Veía a los herreros, vendedores de alimentos, comerciantes de barcos y capitanes de navíos, y me imaginaba siendo ellos, desempeñando sus oficios con una imagen tan vívida que no tardaba en descubrir lo monótono de sus vidas, lo pesado de sus trabajos y los vicios que adquirían para sobrellevar las dos anteriores. Cuando llegaba a este punto escogía otro oficio y seguía con mi ejercicio imaginario, pero luego de hacerlo muchísimas veces decidí que no quería dedicarme a nada de eso, y guiada por mi ira, pensaba que si alguien me pagara por matar a personas como el duque Bennett lo haría así la carga emocional por ser una asesina fuera difícil de llevar, y al concluir esto me imagine como una soldado, yendo de una guerra a otra y recibiendo un salario por matar a los enemigos de reyes que se rodeaban de personas como el duque, y al llegar a ese punto deje de ser una soldado en mi mente, al odiar hacer cualquier cosa para gente como él.
No sabía a qué dedicarme, y el dinero que escondía en mi ropa se agotaba con rapidez, acortando mi tiempo para escoger la ruta que tomaría, y cuando llegara ese momento, imaginar que desempeñaba labores que eran estrictamente para hombres como dirigir un barco o ser soldado, no me serviría de nada, y el hambre estaría atacando mi estomago con tanta furia que tal vez no me permitiría dejar volar mis ideas de esa manera. Fue entonces cuando decidí ser ladrona, más luego de robar muy poco y recibir muchas golpizas decidí que eso no sería lo que quería hacer, y menos lograría hacerlo por esos tiempos pues unas nauseas persistentes comenzaron a hacerme vomitar a todas horas, y no sabría la causa de esto hasta que conocí una hermosa mujer que ofrecía sus servicios en oscuros callejones.
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Una Prostituta En Los Años 1700
Tiểu thuyết Lịch sửcuenta la difícil historia de una mujer en el siglo XVIII, época en la que el machismo atacaba a las mujeres de manera constante, y siendo ella una prostituta se da cuenta que dichos ataques arremeten en su vida con más ímpetu al estar en medio de l...