Los Piratas y El Chico De Los Periódicos

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Ahora con mi más reciente nota de muerte no existía duda para la policía ni para Rushtel de que la asesina era una mujer, la misma mujer que escapo cuando atraparon a Sir Golden, y que supieran esto haría más difícil el trabajo para las prostitutas, debido a que tener sexo en las calles ya no era tan sencillo como antes a causa de que los policías ahora rondaban por todas partes. Fue por esos días cuando caminando por las calles de Londres un joven muchacho comenzó a cortejarme, e ignorándolo seguí con mi camino sin sospechar que algunas noches después lo encontraría mientras desempeñaba mi trabajo.

Todo ocurrió cuando al encontrarme con una pierna elevada y sostenida por el cliente que se satisfacía con mi cuerpo, aquel chico que buscaba enamorarme se dio cuenta de lo que yo hacía observando a la distancia, y acercándose para realizar una pataleta lo suficientemente cerca para que lo viera, lanzo al suelo unas flores que traía en las manos y dando un grito las piso alejándose del lugar preso en su propio enojo. Este acto de inmadures no inmuto al cliente y mucho menos a mí, pues en ese momento de mi vida las demostraciones de afecto tenían un valor insignificante, y solo me interesaba tenerlas por parte de mi hija.

Pasadas alrededor de dos semanas el chico volvió, y ofreciéndome su dinero buscaba estar conmigo en la intimidad, cosa a la que me negué mientras él acercaba su dinero a mi rostro, como si tratara de hacerme entender que podía pagarme por lo que pedía, al seguir insistiendo y mover su dinero en frente mío volví a negarme, y aceptando lo que yo le decía la cara del joven chico se contorsionó, deformándose de tal manera que en un inicio no comprendía lo que le estaba sucediendo, y solo lo entendí hasta que las lágrimas salieron por montones de sus ojos.

El con las palabras entrecortadas a causa del llanto, expresaba que estaba enamorado de mi desde hacía ya algunos años, y desde el primer momento en que me vio se imaginó haciendo una vida juntos, siendo el esposo feliz que llegaba a su casa para recibir el amor de su esposa, y ahora tiempo después de conocerme trataba de ganar mi cariño, pero cada vez que intentaba acercarse su corazón se rompía más y más.

Que este chico me confesara su amor no me interesaba en realidad, solo me lastimaba el hecho de imaginar que podía amarme con alguien, de pensar en entregar mi cuerpo por amor y no por dinero, eso me lastimaba, y no porque fuera algo malo sino porque el amor parecía algo que se me prohibió desde mi infancia, y soñar con tener algo así de puro no me gustaba, pues entendía que nunca lo podría tener, por esa razón escapar de la incomodidad que me generaba analizar ese tema, era la salida más obvia para una persona como yo, que ya había renunciado a las mieles del amor.

Pocas veces me negaba a atender a un cliente, y cuando lo hacía era por razones que saltaban a la vista, como alguien demasiado ebrio o con hedores insoportables que salieran de su cuerpo, alguien demasiado peligroso o a quien odiara tanto que ni el dinero me haría aceptar una propuesta de ellos. Pero el joven chico no cumplía ninguna de estas condiciones, solo me molestaba el hecho de que buscara en mi algo más que sexo, y estaba segura que de aceptar intimar con él, me vería enfrascada en un constante cortejo de su parte, en el que podía fingir que me agradaba para seguir recibiendo sus regalos y atenciones, o por el contrario ser tajante, hasta que entendiera que no le ofrecía nada más aparte del momento de lujuria que compartíamos a cambio de dinero, y ninguna de esas dos posibilidades me gustaba, no quería darme la oportunidad de ceder hasta quizá enamorarme, y tampoco quería tener que lidiar con los sentimientos de otra persona hasta que comprendiera que no me interesaban en lo más mínimo. Era una prostituta y nada más, no era una guía espiritual ni mental con la que podías venir a desahogarte en busca de orientación o entendimiento de la vida y las emociones, y aun menos podías acudir a mí en busca de amor, solo era una mujer que hacía cosas sexuales a cambio de dinero no más y no menos.

Rechazar al joven chico se repitió un par de veces más, y en la última de ellas me conto quien era el, su proceder y como nunca tuvo ningún objetivo hasta el día que me acerqué a él en la calle y le hice preguntas sobre su trabajo, ¿sobre cómo volverme vendedora de periódicos y donde ir para comenzar a trabajar?, ese sería el instante en que el joven chico se enamoró de mí y su objetivo y obsesión nacerían allí, tomando fuerza cuando años después me viera caminando por las calles de Londres, y al no poder llamar mi atención me buscaría al pasar de los días hasta encontrarme parada en medio de la noche en una calle, lugar donde rogo que yo estuviera aun cuando el regresara con algunas flores que había comprado, pero al regresar y encontrarme ejerciendo mi trabajo sus sentimientos se turbaron, y todo lo que soñó a lo largo de ese tiempo le hizo tanto daño que sintió morir por mi culpa, siendo otra de mis victimas pero a diferencia de las demás, el seria la victima que jamás he tocado para dañarla.

Una Prostituta En Los Años 1700Donde viven las historias. Descúbrelo ahora