Capitulo 14

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¿Qué hice?

Camino descalza de un lado a otro por el frío piso de mi habitación sin poder organizar mis pensamientos, lo único aparte de todo el desastre que hay en mi mente es el constante golpeteo de mi consciencia estallando de vergüenza y arrepentimiento.

¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué deje que eso sucediera?

Y sí, pueda que a simple vista la cosa no se vea o sea tan grave, me dejé llevar por el jodidamente excitante tacto de un hombre, el problema aquí es que ese hombre es mi jefe, y el problema aún mas grande es que mi jefe es un imbécil que ya tiene otra.

¿O la otra soy yo? ¡Peor!

Me dejé llevar por las palabras que juré estaban cargadas de sinceridad, por las ganas de querer vivir uno de esos romances de oficina ¿Siendo la asistente del vicepresidente? Por supuesto que eso es una completa estupidez, Amelia.

Me siento asquerosa, en verdad, me siento sucia, indecente, incluso podría jurar que me siento como Catalina Santana, una total y completa perra. Y es que, la parte que mas me martilla es que en un instante le dije que jamás dejaría que él se aprovechara de mí y segundos después estaba de piernas abiertas como una cualquiera en su oficina.

¡No, no, no!

Quiero distraer también los recuerdos de momento, de como se sintió y enfatizando el hecho de que entró a la oficina hecho un manojo de histeria, pero conmigo se comportó tan duce, atrevido, pero no puedo dejar a un lado el hecho de que me tocó como si yo fuese un jarón de cristal carísimo.

¿Qué diría mi madre si supiera todo esto? No, que ni se entere.

Me tiro en la cama aún con la falda y la camisa blanca del uniforme puestas mientras me suelto la cola de caballo y dejo caer todo mi cabello sobre las sábanas. Quizás cualquier persona dirá que estoy armando un completo escandalo por esto, soy latina, es normal que un hombre se sienta atraído por mí, tengo un buen cuerpo, tengo atributos, pero ni el señor Park tiene pinta de querer ser un sugar daddy ni yo tengo intenciones de ser una dama de compañía que solo se acuesta con él en horario laboral.

Por amor a cristo.

Tomo mi celular y lo desbloqueo para mirar la hora, dos y veinte de la madrugada, tengo cerca de cuatro horas mortificándome por lo sucedido y no creo que vaya a parar pronto.

Me siento en la cama y miro a los lados buscando como distraer mi mente así que tomo una de mis viejas libretas del pequeño escritorio que tengo junto a la cama. Seguramente me llamarán loca si alguien se da cuenta de que entre mi maleta de migrante siempre cargo mis diarios de infancia, es algo poco ortodoxo, es cierto, pero por ahí escuche que los niños y los borrachos nunca mienten y solía escribir mucho de niña, a veces también escribo como una desgraciada, pero sobre todo si estoy borracha.

Lo curioso es que de pequeña solía hacerme unas preguntas que al sol de hoy todavía no logro conseguirles respuesta, por ejemplo, la ultima pagina escrita de la pequeña libreta de Mulán que tengo en mis manos, literalmente solo tiene una pregunta escrita en la primera línea de la hoja:

¿Alguna vez has conocido a un hombre que se preocupe tanto por ti como tú por él?

No puedo evitar recordar todo lo que sucedió con mi ex antes de decidir tomar todas mis cosas y salir en busca de algo mejor, en parte si, fue por la situación de Venezuela, mis padres, por mí, pero, no descarto el hecho de que él me dio ese empujón.

Definitivamente él no fue el hombre que se preocuparía por mi tanto como yo por él, puesto que cuatro años de relación fueron suficientes para darme cuenta de que estaba perdiendo el tiempo. Me hizo sentir como una prostituta, yo trabajaba para que pudiéramos salir a tener una cita porque él no se preocupaba por eso, se excusaba con el hecho de que en Venezuela no vale la pena trabajar por un sueldo mediocre, y es cierto, pero que difícil fue ser el hombre de la relación durante tanto tiempo.

Mr. Park © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora