Capítulo [14] parte 2

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—ahhhhh!!!—
Mis carcajadas resonaron dentro de la pequeña habitación, el dolor que él decía sentir no era nada comparado a lo que le esperaba.
—Alana, cuanto llevamos jugando?— se fija en su reloj para después dejar ver una hermosa sonrisa un tanto inquietante.

—12 horas sin descanso, ah pasado volando el tiempo.

—ya basta, porfavor!— unas lágrimas gruesas caían por su rostro indicando que el dolor le era insoportable.

—¿te duele?—

—Si! Porfavor paren—suelta las palabras con dificultad ya que los jadeos de dolor no le permitían hablar, eso de que le sacáramos un ojo lo tenia moribundo, que sensible.

—pues aguanta porque apenas estamos empezando— suelta Alana para después mostrarle una sonrisa

Tomo el radio para vosear a nuestro invitado especial.

—puedes entrar— suelto contra el radio
Unos segundos después entra Rodrigo, un hombre de un poco más de dos metros, con la cabeza rasurada y su cuerpo invadido de tatuajes, hombros anchos y tez trigueña. Un hombre que disfruta causar dolor físico

—¿Es el?– a pesar de que él no era expresivo era un poco notoria su alegría.

—si es el, ahora volvemos tú disfruta – salgo de la habitación y subo unos escalones. Antes de salir escucho como Alana le desea suerte a nuestro juguete para después cerrar la puerta.

Nos encontramos en una pequeña cabaña, aquí cometemos nuestros sucesos que necesitan de más tiempo y atención, Veo que Alana se acerca a una pintura que se encuentra encima de la pequeña chimenea, ahí guarda su colección más preciada.

—Otro más a la colección– miro fijamente sus movimientos y me surge una duda.

—¿cuanto más vas a seguir coleccionando esas cositas? —

—¿Que te sucede Riley?! Es más que obvio que para siempre, esta colección no cualquiera la tiene. —

—Claro, porque número uno: no todos son psicopatías y número dos: tú fascinación con los ojos es rara. —

—ey – se para un segundo para cerrar el cuadro y voltear a verme — es simplemente fascinante, eso me recuerda que lo que hago es hermoso. —

—Claro, una auténtica obra maestra, vamos a ver cómo le va a nuestro invitado,—Bajamos las escaleras y al abrir la cierta salen los gritos desgarradores de el hombre.

Sangre, es lo primero que vemos al entrar, algo que me excita bastante, me causa una sensación muy fuerte y vibrante. Rodrigo azota con fuerza el culo del juguetito, Rodrigo tiene una monstruosidad de no más veinticinco centímetros y lo aprovecha para coger constantemente, la sonrisa que cargaba en el rostro demostraba que estaba muy cachondo.

—¿y que tal? Te duele mucho?—

—Cuidado Alana, capaz y te contesta con algo inesperado—

—A si conejito? Te gusta que te cojan duro?! Lo sientes profundo?! — pregunta con excitación Rodrigo, lo coge le el pelo y una cachetada resuena.

Me posicionó en un ángulo en el cual puedo observar perfectamente el espectáculo, el culo de el juguete se encuentra dilatado, la sangre corre por sus piernas que por cierto estás están temblando a más no poder.

Los dejamos solos en su nido de amor hasta que Rodrigo decidiera salir del cuarto.

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—vamos corazón, dime dónde está — La mujer intenta acariciar su mejilla, el ante el intento de tal acto se aleja rápidamente con una mueca en su rostro.

Los Hermanos Dubois Donde viven las historias. Descúbrelo ahora