Capitulo [24]

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Alana
Busco a Riley con la mirada y la veo salir de la casa, pero noto algo distinto en ella, ay no. Porfavor que no sea eso y carajo, si es eso. Veo cómo se dirige a la salida de la casa con media sonrisa, si percatarse que los chicos le hablaban.

Me levanto de la mesa y me disculpo con Emma excusando a Riley por su comportamiento tan repentino y grosero, la sigo y logró alcanzarla, tomó su brazo para intentar detenerla pero me hace una llave.

—ah! Hija de puta, contrólate!

Me mira unos segundos para después soltarme—Eres tú, lo lamento querida.—Sigue su camino como si nada, sin más me posicionó frente a ella captando su atención.

—¿Te tomaste las pastillas?

—Si me vez así, ¿aun sigues dudando? Te creía más inteligente Alana.— me pasa por un lado y camina hasta uno de los choferes que nos trajeron.

—A casa porfavor.

Se sube al coche y el chofer espera a que yo también entre. Volteó tras de mí y veo a los chicos con su mirada de confusión esperando una buena y razonable explicación.

—No ahora, no es el momento ni el lugar.

Sin más sigo los pasos de Riley y me subo al coche. Mierda, no vine preparada. Se supone que ella seguía tomando los malditos medicamentos.

—¿Acaba de volver?

—Si, y no preguntes el porqué, yo tampoco lo sé.—su mirada se ve perdida y sin luz.

—Tienes que tomarlas, dame tu bolso.

—No me provoques Alana, agrádece que ahora mismo estoy siendo sensata.

—Y una mierda maldita perra. Dame la puta bolsa.

Voltea a verme retándome con la mirada, le sigo el juego mientras tanteo la pequeña arma detrás de mi espalda preparándome para lo peor.

—No juegues tus estúpidos trucos conmigo, que lo que tú haces yo lo hice primero pendeja.—me advierte al ver mis intenciones.

—Me importa poco

Con rapidez saco el arma de mi espalda y le disparó en la pierna pero no se inmuta, toma una navaja que colgaba en su muslo y la encaja en mi mano. Intento no mostrarme débil después de que me atravesara la mano, me subo en su regazo mientras ella me golpea el abdomen intentando librarse de mi. Tomo el cinturón de seguridad y lo enredo en su cuello negándole el oxígeno.

—p-perra.

Lucha por zafarse pero con una mano tomo sus muñecas para inmovilizarla por completo.

—Aprendí de ti.

Lentamente cierra los ojos y suelto el agarre junto con un suspiro, miro el agujero que hay en la palma de mi mano logrando ver a través de ella.

—Maldita! Mi manicura lucía tan bien.—tomó mi teléfono y llamo a Aaron, calculando tiempos en menos de un minuto se despierta, Justo el tiempo que falta para llegar a casa.

—Aaron escúchame, necesito que al llegar un doctor me esté esperando.

—¿Me explicas que putas está pasando? ¿Están bien? ¿Por que un doctor?

—Carajo! Luego te explico mierda, tú solo haz lo que te pedí.

Aviento el teléfono a un lado y noto como la pelirroja abre los ojos poco a poco, vuelvo a enredar el cinturón en su cuello para dormirla otra vez.

—Sueltame

—Cállate.

Toma mi cuello obstruyendo el oxigeno mientras cambiamos de posición, ahora ella se encuentra encima de mi con una intención clara: matarme.

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