12. Más que Nadie.

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No contento con los sufrimientos reales, el ansioso se impone a los imaginarios.


Adelaida

11:00 PM

Las luces de mi habitación me molestan, es la maldita jaqueca de nuevo.

La pastilla que tomé para dormir no funcionaron del todo, quizá porque el dolor puede ser más resistente de lo que creí.

Cierro los ojos inspirando tensión, con los párpados pesados por la falta de sueño y una pesadez que no se va de mi pecho a pesar de haberme levantado de la cama.

Bajo a la cocina y abro el refrigerador mientras busco un poco de agua fría, el cansancio me consume. Han pasado varias horas, es de noche y la cocina solo muestra oscuridad.

Jimin no ha venido a casa desde hace ya dos días, no es algo que me importe pero no me da confianza el hecho de no saber dónde está metido.

Cierro la heladera y me giro sobre mis talones caminando en silencio sin ver absolutamente nada hasta que las palmas de mis manos tocan la pared y mi cuerpo rebota contra ella sintiendo el cuerpo fornido de un extraño que choca conmigo. Ese aroma de su cuerpo resuena en mis recuerdos, pero lo que no puedo soportar son sus labios en mi cuello atacando mi cordura sin previo aviso.

—¿Jimin? —pregunto de forma hipócrita en un breve gemido mientras me doy vuelta.

—No me compares con ese pitito, Adelaida. —aprisiona su cuerpo contra el mío mientras muerdo mi labio inferior con una sonrisa y las palabras sobran.

Los rayos de luna que se cuelan por la ventana me dejan ver sus ojos que me miran con un deseo reprimido mientras su aroma invade mis fosas nasales quemándome por dentro.

—¡Detente! —miento en un intento de escape, —¡Aléjate, ¿Que estás haciendo aquí?!— entonces rebota mi cuerpo contra la pared pegando su nariz a la mía y siento que la humedad gobierna mi centro.

No me cree, sonrío. No más mentiras en este momento.

—Maldita seas, cierra la boca. —murmura contra mí, su aliento me envenena —Maldito sea el día... —pega la punta de sus labios a los míos —en el que te metiste en mi cabeza y decidí probar tu cuerpo.

Sus brazos me aprietan. Intento besarlo pero no me deja. Levanta su dedo hasta mis labios y los acaricia metiendo su pulgar entre mis dientes. Sonrío haciéndome la víctima, poniendo mis ojos de niña inocente en un acto desenfrenado, lo que hace que arda en el infierno. Succiono su dedo de forma pausada mientras siento vibrar en la parte baja del abdomen un bulto duro que solo hace que mis pezones se erecten como antes, como solo ha sucedido cuando estoy con él.

Sonrío. Él no lo hace, solo me mira fijamente. Choco mis dientes y en un acto devorador se acerca a mi rostro y me besa por completo recorriendo con sus manos mi espalda para luego tocar mi trasero aprisionándome más a su cuerpo. Gimo en su boca tratando de mantener su sabor junto al mío. Sabe a licor, un vino exótico que me parece el más dulce. Mi respiración se va pero no quiero separarme, peor cuando la punta de su lengua choca la mía y me deshago.

Mis piernas tiemblan, me aferro hacia él sin cortar el beso. Mis manos tocan su rostro para apoyarme extendiendo mi boca con la suya. Quisiera besar su boca toda la noche pero mis piernas lo reclaman, lo han reclamado desde hace mucho.

Nuestras cabezas se mueven a la par encajando a la perfección el uno con el otro. Gruñe por segundos, pero domino su boca más de lo que debería, muevo mi lengua al compás de la suya, él sonríe. Mis labios resuenan en los suyos en un tóxico movimiento necesitado, entonces me deja sentir lo duro que está rozándose por mi estómago.

© Maldito Infierno [JJK] (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora