16. Cómo Debe Ser

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Eres un deseo, un deseo perfecto. Algo tan puro que no puede ser corrompido por cualquier insensato.



Jang Ki-yong

—Señor. —Eunwoo se asoman en la puerta —Traje lo que me pidió.

Asiento y salgo de mi despacho detrás de él hasta que logro visualizar al grupo de mujeres que ha traído hasta mi mansión. Me acomodo en el sofá observando las siluetas que no son nada contra la ninfa que deseo con todo mi ser.

Todas manejan el mismo perfil; Altas, esbeltas, de cabello negro, piel clara, ojos azules y otras de color verde. Me acerco a evaluar a cada una dejando que me sonrían, tratan de lucirse... Todas menos una.

La más joven es la que tiembla escondiéndose en la espalda de una de sus compañeras.

Tiene los ojos mieles, pero no el color que busco ya que el color de Adelaida es inigualable. Tomo a la chica asustada la cual tiembla en mis manos tal cachorro indefenso.

—Mi señor... —susurra temerosa —Yo...

—Shhh. —la consuelo intentando tranquilizarla —Nadie va a lastimarte pequeña. No mientras yo no lo permita.

—Lo sé. —alza el mentón.

No es lo que busco, pero me mira con miedo y yo amo que me teman. La sujete del antebrazo y la llevo arrastrando por las escaleras.

—El señor eligió. —dice Eunwoo desde la planta baja —Márchense.

Llegamos hasta mi habitación y la dejo caer sobre la cama entre las finas sábanas color beige.

—Quítate la ropa. —le ordeno.

No se mueve.

—He dicho que te quites la ropa. —repito. —No me hagas decirlo una vez más o no respondo.

Se levanta de la cama, pero no es capaz de quitarse su vestido ceñido.

—Estoy para satisfacerlo. —baja la cara. —Pero me apena hacer esto.

—¿Cómo te llamas?

—Kim Seoa. —responde.

—Error. —saco la pistola de mi cintura —Pregunte cómo te llamas.

Retrocede aclarándose la garganta.

—Adelaida, me llamo Adelaida, señor.

«Así es como debe ser»

—Ajá ¿Y quién es tu amo?

Se aturde sin quitarme la mirada mientras dejo la pistola sobre la cama.

—Usted señor...

—Así me gusta. —confieso satisfecho —Ahora desvístete ya.

Dejo que se quite el vestido y vuelvo a ponerla en la cama disfrutando de los latidos acelerados que emite su pecho. Lleno de besos el cuerpo desnudo y mi nariz recorre el pequeño coño que tiene cuando bajo hasta sus piernas, pero sigue temblando cada vez que la toco.

—Dije que no iba a hacerte daño.

Chilla cuando introduzco los dedos.

—¡Por favor deténgase! —Gritó con desesperación. —¡Duele mucho!

No respondí, ni siquiera me importó escuchar su llanto desgarrador que retumbaba en mis oídos, estaba muy ocupado pensando en las miles formas que podría cogérmela ahora mismo.

Mordí su cuello, marcando como yo solo sabía hacerlo. Ella soltó un chillido por mi acción, mientras seguía forcejeando contra mis agarres de alguna manera.

© Maldito Infierno [JJK] (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora