08. ¿Quién es?

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No me había dado cuenta de lo que perdí, hasta hoy...


Jimin

Mi garganta resuena al ritmo de mi pecho... porque duele. Mi corazón palpita muy fuerte cada vez que veo el dolor en sus ojos porque yo soy el culpable.

Es la primera vez que le he levantado la mano.

La veo como un espejismo. Es hermosa, está almorzando conmigo sin dirigirme la palabra.

Su mirada excreta furia contenida, la misma que va hacia mi cuando me mira a los ojos notando que no dejo de observarla. No sé qué me duele más... que sufra o que me odie de esa forma. Con suaves pasos me levanto del comedor acercándome más a ella con el corazón en la mano. ¿Por qué me siento así?... a veces pienso que no la merezco.

No ha sido mi intención dañarla de esa manera, no cuando cuidé cada una de sus lagrimas en el pasado.

¡Yo estoy haciendo que se olvide de ese amor fallido!

—Lo... siento tanto. —Aprieto mi diafragma para contenerme.

Pero no dice nada. Mira mi rostro de manera casi asqueada.

Sufre. Y sigue sin decir nada.

Sus manos son una mezcla de terremotos cuando se agitan. Y su piel solo deja salir el resentimiento hacia mi.

Lo sé, me lo merezco.

Lo hago por haberla lastimado de esta manera, pero no es tarde... no para hablar y pedirle perdón.

—No. —Su voz resuena como una puerta que se cierra violentamente cuando intento acercarme. —No te perdono.

Entonces se transforma. Vuelve a ser la fiera de siempre. La expresión de asco y dolor mutan para generar una frialdad que se acomoda a su cuerpo.

—Adelaida, yo... Debes de entender que tú-

Me interrumpe —Cierra la boca, Jimin. ¡¿Crees que golpearme era la mejor solución?! ¡Ni en tu puta vida vuelvas a poner una mano encima de mí!

No hay emociones.... Ninguna.

Sostiene su mirada como si quisiera asesinarme y a la vez es cruel con la actitud hacia el momento.

—¿Qué demonios significa esto? ¿Quieres decir que puedes nombrar a ese imbecil cuando estés en la cama conmigo? ¡¿Es eso?! —arremeto contra ella, entonces suspira.

—¡Deja de meterte en mi vida! —grita eufórica.

—¡NO PUEDES ANDAR BESANDO BASTARDOS, ADELAIDA! ¡SOLO A MÍ! ¡SOY TU PROMETIDO! —grito con furia. Mi cara está roja, puedo sentirla y ella solo me observa.

—Bueno, ya no eres el único bastardo que bese ayer. —sonríe encogiéndose de hombros.

—No quiero que vuelvas a hacerlo. Ni que estés cerca de él, ni que lo beses y mucho menos que lo mires.... ¡NADA! ¿Lo comprendes?

—Pero si tú mismo me estás diciendo que no ande besándome con bastardos, ¿O no? Tú me compraste por venganza hacia Jeon tan pronto te enteraste que me amaba como un demente, ¡Querías tener lo que era suyo en su totalidad! Poder, dinero, un clan sumamente poderoso, y sobre todo a mí a cambió de dinero y protección hacia mi familia, ¿Ese es el trato, cierto? No deberías tomarte atribuciones que no debes. Solo estoy siguiendo tu maldito juego, no deberías ponerte de esa manera sabiendo que solo me proteges por conveniencia y te estoy ayudando a generar dinero y no por que me ames.

—¿No debería? ¿¿No debería?? ¡Seré tu marido! —grito y siento que con mi voz quebraré todas las ventanas.

—No lo serás si sigues con esa actitud de mierda, tenemos un trato, así que anda acostumbrándote. Aquí nadie tiene sentimientos. Aqui está en juego mucho dinero. Mi dinero.

© Maldito Infierno [JJK] (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora