¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La cobardía seguía estando presente en Mei, juraría que jamás se había sentido así de mal, su autoestima había bajado de una forma tan rápida que de un momento a otro su comportamiento hizo que cambiara drásticamente, incluso, sorprendiendo a su compañero el cual hace unos pocos minutos había conocido.
Dejó de estar inmovilizada, o eso parecía; llevó su mano derecha en su boca tratando de no vomitar y volvió a cerrar sus ojos con fuerza, evitando nuevamente que su mirada se fijara en los cadáveres, ¿Qué le pasaba ahora? ¿Por qué estaba peor que anteriormente?
Porque la falta de compañía de Muichiro hizo que ella tuviera miedo.
Se sentía segura, protegida y completamente tranquila cuando se encontraba con su entrenador, pero ahora, estando sola, no podía hacer nada. A pesar de estar acompañada, no podía evitar tener aún más miedo.
Anteriormente, cuando estaba en la cueva por primera vez, vio los mismos cadáveres de ahora, pero por el simple hecho de haber estado con el ojimenta su miedo se había reducido, ahora sin haber estado con él, su miedo había aumentado.
El rubio comenzó a alterarse también, pues, si Mei tenía miedo, Zenitsu estaba seguro de que ambos acabarían estando mal.
—Oye... —Volvió a llamar la atención Zenitsu, este también temblaba. —Salgamos de aqu...
—No. —Murmuró Mei débilmente, interrumpiendo. Su mano seguía permanecida en su boca. —No... No pienso salir de aquí hasta sentirme mejor. —Insistió.
—¿¡Estás loca!? —Exclamó Zenitsu con desesperación, oyendo su eco. —Si quieres sentirte mejor, tendrás que salir de la cueva...
Mei abrió sus ojos dirigiendo su mirada hacia Zenitsu, el rubio al ver su mirada de sufrimiento y palidez no evitó sorprenderse.
—Necesito superar el miedo que le tengo a los cadáveres. —Volvió a hablar, tragando seco y soltando la mano de su boca, sus lagrimas cayeron lentamente por su semblante. —Sigamos.
Dijo con nervios, volvió a caminar con duda, sus pasos eran pesados y sobre todo lentos, era como si estuviera cargando con un gran piedra en su espalda; no le importaba nada su estado, simplemente quería seguir adelante.
No podía seguir sintiéndose cobarde en aquel momento, su necesidad de ser una cazadora de demonios aumentaba cada vez mas, quería exterminar a todos los demonios que se encontraban en este mundo, tenía que aprender a hacer las cosas por ella misma, no podía depender todo el rato de Muichiro, y evidentemente, para hacerlo conlleva mucho esfuerzo físico y psicológico.
Siguió caminando a pesar de que sus pasos eran lentos, el rubio con mucha confusión volvió a seguirla de la misma forma también.
Había un inmenso silencio en aquella cueva, no se escuchaban nada más que los simples pasos de ambos cuerpos temblorosos que sentían que en cualquier momento iban a morir por la tensión; uno le tenía miedo a los demonios, y otra le tenía miedo a los cadáveres descuartizados.
