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—¡Muichiro! —Una voz femenina llamó al nombrado y este abrió sus ojos lentamente
Se había quedado dormido mientras esperaba a que Mei preparara la sopa.
—Ya te he preparado la sopa —Habló la castaña de nuevo, el ojimenta se acomodaba lentamente por la cama para poder comer sin molestia
El pilar extendió sus manos para agarrar el bol con la sopa, pero Mei lo alejó.
—¿Qué sucede?
—Deja que te dé yo de comer —Dijo Mei mientras cogía la cuchara y un poco de sopa
—No te molestes, puedo comer solo —Insistió el pilar, pero Mei solo se limitó a negar
La castaña le dio de comer con cuidado para no derramar toda la sopa, mientras el pelinegro comía Mei sacaba temas de conversación para no quedarse callada.
[...]
—¡Genial! ¡Te lo comiste todo! —Exclamó la fémina para luego levantarse e ir hacia la cocina y dejar el bol —Ahora vengo
Muichiro se acurrucó en la cama, se sentía muy bien pasar tiempo con Mei, pero se comenzaba a preocupar por ello ya que el sentimiento que experimentaba en ese instante jamás lo había sentido en una otra ocasión, siempre que pensaba o cuando estaba con Mei todas sus emociones se mezclaban y no sabía el por que, dentro de poco tendría que ir hacia la pilar del amor para comentarle aquello ya que era la pilar que más sabía sobre las emociones, sentimientos y todo lo demás.
Mientras que Muichiro estaba perdido en sus pensamientos, la castaña ya había venido.
—Déjame ver como va la fiebre... —Habló sentándose nuevamente frente a Muichiro y quitándole la toalla húmeda, para luego llevar sus manos en su frente y mejillas para comprobar si este aún tenía fiebre —Sigues estando un poco caliente, pero tranquilo te vas a curar —Sonrió
El pilar de la niebla agarró las manos de la castaña y la miró fijamente
—Gracias por cuidar de mi
—¡Oh d...de nada Muichiro! —Exclamó la castaña algo sonrojada y sonriendo —¡Pues claro que voy a cuidar de ti! Te has molestado en entrenarme y... ¡En muy poco tiempo te has vuelto mi mejor amigo! —Exclamó
Muichiro en ese instante se veía con una expresión neutra, pero al oír que la castaña le había dicho que lo veía como un mejor amigo este sentía una alegría inmensa e inexplicable, no sabía el por qué tenía la necesidad de abrazarla, jamás había sentido este gran cariño por alguien.
[...]
Los dos jóvenes llevaban casi todo el día conversando sobre cosas para que Muichiro no se aburriera, ya era de noche.
