15. Piedad.

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El rubió cargó a aquel hombre herido y se dirigió hacia la ciudad en busca de algún hospital

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El rubió cargó a aquel hombre herido y se dirigió hacia la ciudad en busca de algún hospital. Al inicio, aquel cazador rubio le había decepcionado a Mei, pues, aquella personalidad de miedo y perversión no le convencían a la castaña, pero al darse cuenta de que él era alguien muy veloz, supo de inmediato por qué le mandaron a esta misión, pues podrían escaparse rápidamente sin dificultad alguna.

Mei se volteó mirando aquella cueva con el ceño fruncido.

Según le contó Muichiro, la última vez que habían estado en aquella cueva, él encontró a alguien con vida, al igual que hace un rato. Eso dejó muy pensativa a Mei, pues, aquellas pobres personas estaban gravemente heridas, pero, no habían muerto, lo cual significaba que llevaban como mínimo un día allí, haciéndola saber que los demonios que habitaban en aquella cueva aún seguían activos trayendo cadáveres.

Pero había un pequeño detalle que a Mei le había sorprendido mucho, de lo normal, si un demonio quiere comerse a un humano, deberían haber más de cinco mordidas o heridas por el cuerpo, en cambio, los cadáveres de aquella cueva eran distintas, tenían una o dos heridas, ¿A qué se debía aquello?

¿Por qué los demonios de aquel lugar traían a toda esa gente para simplemente hacerles dos mordidas? Era un desperdicio, es algo que a Mei le enfurecía demasiado, parecían estar jugando con los humanos sin piedad alguna.

Piedad.

Parecía que los demonios no conocieran el significado de aquella palabra, disfrutan ver a los humanos sufrir y juegan con ellos antes de devorarlos horriblemente. Es como si se tratara de algún tipo de pasatiempo de aquellos seres tan horrorosos, le sorprendía a Mei que a pesar de que ellos fueran así, seguían habiendo algunos que eran buenos y eran de parte de los cazadores, como aquella demonio que vio con su hermano en la finca mariposa, ¿Qué será de ella ahora?

—Lo he llevado sin problemas. —Dijo el rubio jadeando, parecía cansado.

Mei sobresaltó al escucharlo, se había sumergido demasiado en sus pensamientos que no se percató de la presencia del contrario.

—Pensaba que ibas a escapar de verdad. —Habló la castaña bromeando y dejando confundido al rubio, pues, realmente la veía como una bipolar.

Ambos volvieron a adentrarse en aquella cueva, Mei evidentemente no quería hacerlo después de haberse encontrado tan mal, pero era demasiado cabezona y no pensaba salir del lugar hasta encontrar alguna novedad, no podía simplemente abandonar la misión y llegar a la finca con las manos vacías.

De nuevo aquel cambio que ambos sentían nada mas cruzar la cueva volvió a sentirse, era como un infierno para los dos, pero la castaña sabía que debía cumplir con su deber, y no solo estaba allí para traer información y hacerle sentir orgulloso a Muichiro y a Oyakata-sama, si no, también lo hacía por ella misma y por voluntad propia, pues quería tomarse ese día como un entreno psicológico y mejorar para llegar a ser una cazadora, que era su objetivo final. Y para llegar evidentemente no era un camino fácil.

Zenitsu permaneció detrás de Mei, tragando en seco, y en cuanto a Mei, se encontraba concentrada teniendo la mirada fija para no desviarla y toparse con un cadáver, los dos caminaban con lentitud sin hacer ruido. La más pequeña estaba casi segura de que se encontraría a un demonio en el lugar, pues, sabiendo que es de día ellos no habrían salido a ningún lado y estarían en aquella cueva para refugiarse del sol, se podría decir que aquel lugar era como un "hogar" para ellos.

Se volvió a escuchar un ruido, y esta vez no eran susurros, eran pasos, algo que alteró demasiado a los dos. Zenitsu agarró del brazo de Mei y corrieron sin hacer ruido hacia detrás de una roca para esconderse, lo bueno de aquella cueva era que resultaba fácil esconderse de los demonios, de lo contrario resultaría demasiado difícil aquella investigación, era una buena ventaja.

Mei se asomó con el ceño fruncido, intentando averiguar de quien se trataban aquellos pasos, se habían adentrado demasiado por lo cual no había tanta luz y costaba de ver.

La castaña y el rubio pudieron divisar con claridad, era un demonio el cual llevaba un cuerpo consigo, estaba herido y definitivamente muerto.

—¡Esta carne no me gusta! —Tiró sin piedad alguna el cuerpo que tenía entre sus manos, dejando sorprendidos a Mei y a Zenitsu.

Aquel demonio tenía un cuerpo muy ancho y grande, se notaba que era demasiado fuerte y era imposible para ellos dos defenderse de él.

—Disculpe amo... —Se disculpó otro que ambos no se habían percatado de su presencia, se encontraba detrás del más musculoso, en comparación a ese, él se veía mas débil.

—¡He dicho que necesito una carne de mejor calidad, que me favorezca! —Se quejó de nuevo. —¿¡Hasta cuándo vamos a seguir con esto!? Me has traído a una joven con anemia, ¿Cómo se supone que voy a comer esta asquerosidad? Necesito alguien fuerte, con grasa y mucha sangre.

—Disculpe amo, no sabía que ella tenía anemia. —Siguieron hablando del cuerpo que recién tiró el otro demonio disgustado. —A la próxima le traeré una carne mucho mejor.

—¡Eso es lo que me has dicho anteriores veces! —Exclamó de nuevo demasiado enfurecido.

Zenitsu estaba temblando porque le tenía miedo a aquel demonio, y Mei escuchaba atentamente a sus palabrerías. Resulta que el demonio robusto y fuerte estaba en busca de carne humana que le favorezca, y ninguno de aquellos cuerpos presentes le había gustado, ahora entiende Mei el por qué de aquellas pocas mordidas que tenían los cuerpos, resulta que eran mordidas solo para probarlas y saber si a aquel demonio le había gustado o no.

Aquella gran cantidad de cuerpo solo fueron un desperdicio. Aquello a Mei le había enfurecido demasiado, trataban a los humanos como si fuera un juego, era horroroso.

Ambos demonios dejaron el lugar, adentrándose más a la cueva. Mei se levantó para seguirles, pero Zenitsu agarró la muñeca de esta para detenerla.

—Está a punto de anochecer, es tarde. —Habló el rubio.

Mei echó un vistazo a la salida de la cueva, dándose cuenta que el rubio estaba en lo cierto, estaba atardeciendo y en cualquier momento aquellos demonios podrían salir y dejar a ambos indefensos.

La chica suspiró con el ceño fruncido, realmente quería investigar más y saber sobre la situación, pero al menos tendría algo que contarles a los superiores, lo cual aquello podría bastar, pues, era información nueva que podría servir para mucho.

Los dos salieron en silencio, por suerte ninguno de los demonios se percató de la presencia de ambos, aquello hizo que Mei se diera cuenta que de día no suelen estar cerca de la entrada debido a unos cuantos rayos del sol que iluminan la cueva.

Zenitsu soltó un gran suspiro de alivio y Mei imitó su acción.

—La misión terminó bien, pensaba que moriríamos los dos allí. —Habló el rubio aliviado apoyándose en un árbol. —Oh dios, no siento mis rodillas.

—Esta cueva realmente da muy mala espina. —Respondió Mei con el ceño fruncido.

—Los demonios dan mucho miedo, ¿verdad? ¿Qué tal si escapam...

El pobre Zenitsu no pudo siquiera terminar la frase pues la palma de la mano de Mei se estampó en toda su cara dejando una gran marca en ella.

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⏰ Última actualización: Aug 03 ⏰

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霧    new life, muichiro tokito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora