Ninja Sagrada

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Los personajes de Naruto/ Naruto Shippuden e Inuyasha no me pertenecen. Le pertenecen a sus respectivos dueños. Yo solo los uso para mí historia.

• Personaje principal: Haruno Sakura y Kikyo. Si no les agradan no lean.

• Habrá cambios en la narración para que sea más fácil de entender y escribir.

• Todos los capítulos anteriores fueron sometidos a un cambio de escritura. Espero no les moleste, además arregle algunos errores que encontré por ahí.

¡Gracias!

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Ya han pasado casi tres  semanas desde el secuestro de Sakura, su entrenamiento va de maravilla y aunque todavía no puede crear grandes barreras protectoras ya es capaz de mezclar sus energías y eso es lo más difícil de lograr. Claro que aún le cuesta y no puede dominarlo al cien por ciento pero al menos ahora sus barreras llegan a medir un metro ochenta de alto y dos de ancho, lo suficiente para encerrarla a ella y a su maestra y eso es todo lo que necesita para seguir esforzándose.

-¡Se que podré crear barreras capaces de cubrir hasta cien metros a la redonda!- grito eufórica, unas gotas de sudor corren por su frente y mentón.

-Con la cantidad de energía espiritual que posees podrás cubrir terrenos mucho más grandes y salvarás a cientos de personas- le dijo la mayor tranquila. Sakura sonrió radiante abrazando a la mujer frente a ella, al principio era raro para las dos dar y recibir muestras de afecto pero con el pasar de los días fueron adaptándose y hasta es algo habitual entre ellas.
De hecho suelen dormir abrazadas y acurrucadas casi como madre e hija.

Apenas llevan poco más de un mes juntas y sus lazos han llegado a fortalecerse de una manera única e inesperada para las dos, ninguna esperaba que su cariño, afecto y dependencia por la otra fuera a ser tan... Fuerte. Entre las dos sanan y llenan las fisuras en sus lastimados corazones.

«Me gustaría que esté aquí Iruka-sensei, usted es lo único que me hace falta para estar completa». Pensó la Haruno un tanto desanimada, pese a que ahora  tiene a Kikyo aún hay una parte de ella que extraña al chunin, él fue el padre que siempre quiso.

-Se que lo extrañas- la dulce voz de la mujer la saco de sus pensamientos, la pelirrosa miro con pena a la sacerdotisa quien le acarició el cabello con cariño. -Algun día podrás volver a verlo, te lo prometo-. La menor la tomo de la mano con cuidado.

-¿Usted también estará ahí?- pregunto insegura, a veces teme que si tiene que volver a Konoha deba dejar a Kikyo y eso la asusta mucho. Ella no quiere dejarla sola, no quiere perder a la mujer. -¿Conmigo?- la pelinegra le sonrió dulcemente.

-Nada me haría más feliz que eso, poder quedarme contigo es lo que más deseo en la vida- la sacerdotisa le regaló una hermosa sonrisa antes de acariciarle la mejilla.

«Pero solo soy un cuerpo de barro y huesos. Eventualmente me iré y te dejare sola otra vez... Por eso yo. Tengo que encontrar la manera de hacer que vuelvas a tu mundo, con ese hombre». Pensó afligida, Kikyo es consciente del gran problema en el que está metida. Ella en algún momento debe dejar el mundo de los vivos, no puede robar almas  por siempre, lo haría si pudiera pero todo tiene un límite, su cuerpo es algo muy frágil y la herida en su hombro suele sangrar de vez en cuando preocupando a su pequeña pupila. Por eso Sakura no quiere que la curé y que use su energía espiritual para purificar el Miasma que está en su interior, se supone que debería someterla a un tratamiento diario de limpieza pero la menor se a negado a eso y solo deja que la purifique una vez a la semana. Las discusiones a causa de eso son algo habitual entre las dos.