Nena.

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Noto un dolor intenso en mi brazo derecho, veo caras alrededor de mí, pero veo tan borroso que apenas puedo distinguir de quién son. Todo parece ir a cámara lenta, y oigo voces distorsionadas. ¿Qué está pasando? Entonces, cierro los ojos por completo porque una fuerza extraña me obliga a hacerlo.

Abro los ojos lentamente, y cuando se me acostumbra la vista lo primero que veo es un techo blanco. ¿Dónde estoy? Oigo pitidos intermitentes y huele como a piscina. No consigo moverme, no tengo suficientes fuerzas. Ni siquiera consigo girar la cabeza por miedo a no poder levantarla después.

-¿Está despierta, señorita Baker?-oigo una voz. No puedo articular sonido y tampoco mirar a quién me ha hablado.Entonces, aparece justo delante de mí una chica vestida con un traje blanco.-Iré a llamar al doctor.-Dice, después se va. ¿Al doctor? Debo estar en un hospital, y ella debe ser una enfermera. La pregunta es, ¿qué estoy haciendo aquí?

-Señorita Baker, me informan de que ha despertado.-Me dice un señor poniéndose a mi lado y mirando algo en una carpeta.-Supongo que no se siente usted con muchas fuerzas.

-¿Qué ha pasado?-consigo decir. Mi voz suena débil.

-¿No se acuerda? Está usted en París, soy un médico de la embajada americana. Vino con un grupo de jóvenes que actuaron hace unos dos días, y bueno, al parecer evitó que dispararan a uno de sus cumpañeros y la bala le dio a usted. Fue un acto muy valiente.-Entonces ya me acuerdo. Recuerdo perfectamente cada detalle de aquel día, pues se me van viniendo en forma de fotografía poco a poco a la cabeza.-Esos chicos han estado viniendo por aquí cada dos por tres a preguntar por su salud. También han dormido aquí las dos noches.-¿Tanto he dormido? ¿Y por qué me siento agotada?-Debería descansar, señorita. Le administramos calmantes cada poco para aliviarle un poco el dolor de la herida de bala, pero tranquila, en dos semanas no será más que un rasguño.

-Gracias.-Intento incorporarme ayudándome con los brazos, pero cuando apoyo el derecho noto un terrible dolor que me recorre todo el cuerpo, vuelvo a caer en mi anterior postura, con el brazo dolorido.

-Señorita, por favor, no puede hacer esfuerzos todavía, su brazo está débil. Yo la ayudaré a levantarse.-Por fin logro sentarme y ver la habitación. Es blanca y amplia, con dos sillones y un sofá del mismo color que las paredes. Hay una ventana grande cubierta con una cortina blanca y una puerta de madera. De repente, la puerta se abre y veo una enfermera tras ella. Por la voz, deduzco que es la de antes, y parece agobiada por algo.

-Doctor, tenemos un problema.-dice. Después, oigo muchas voces en el pasillo y veo a los cinco chicos entrando en la habitación todos a la vez y corriendo hacia mí. Me abrazan, y yo no puedo evitar un grito de dolor cuando me aprietan el brazo.

-Lo siento.-me dicen preocupados, yo les sonrío de la manera que mis pocas fuerzas me lo permiten.

-Lo siento, no he podido contenerles.-dice la enfermera, el médico asiente.

-Tenéis quince minutos, debe descansar.-Dice, se va, y cierra la puerta tras él. 

-¿Cómo estás?-me pregunta Liam, todos tienen cara de haber dormido pocos estos días, y parecen muy preocupados.

-Bien, chicos, por suerte me dio en el brazo.-digo con esa media sonrisa.

-¿A eso lo llamas suerte, Ashley?-me dice Louis.

-Ashley, tenemos que pedirte disculpas. Debimos haberte hecho caso con lo de la amenaza, pero era como si no quisiésemos darnos cuenta, y al final la que está en el hospital eres tú, y es todo por nuestra culpa. Lo sentimos muchísimo.-dice Liam.

-No tenéis que pedirme perdón. Me alegro de ser yo la que está en la cama. No quiero volver a oíros pedir perdón, pero, por favor, tomaros las amenazas más en serio a partir de ahora. 

-Ashley, gracias.-dice Zayn, que no había abierto la boca hasta ahora. Tiene muchísimas ojeras y una cara horrible, los ojos le han perdido el brillo y está muy despeinado.-Arriesgaste tu vida por salvar la mía, yo...-los ojos se le llenan de lágrimas.-No sé como puedo agradecerte esto. Te quiero mucho Ashley y yo haría lo mismo por ti, y..-se lleva las manos a la cara para que no le veamos llorar.

-Ven aquí, tonto.-le digo, y él levanta la cabeza confuso y me abraza suavemente para no hacerme daño en la herida.-Tenéis muy mala cara, chicos, deberíais dormir.

-Nosotros estamos bien, eres tú la que importa aquí.-dice Harry. Por fin escucho su voz, su preciosa voz. No sabría deciros porqué, pero solo oírla me hace sentir un poco mejor. 

-Yo también estoy bien, solo me dieron en el brazo.-digo volviendo a tumbarme, me estoy quedando dormida. 

-Deberíamos dejarte para que descanses.-dice Liam. 

-¿Puedo quedarme?-me dice Harry, yo asiento ya con los ojos cerrados. Oigo a los demás saliendo y a Niall diciéndome un te quiero antes de salir. 

Ha pasado un mes, y todo ha vuelto a la normalidad. Apenas he podido pasar tiempo con los chicos porque están muy ocupados, y a mí me han hecho muchas entrevistas por lo de París, pero el lado positivo es que mi brazo ya está mucho mejor.

Me apetece pasar un poco de tiempo con Harry, pues no hemos tenido un momento desde entonces, así que como cuando llego a casa del trabajo no está en casa decido preparar algo especial. Me pongo un sujetador rojo sin tirantes y una camiseta suelta blanca de pijama, unos pantalones cortos grises y encima, el delantal. Empiezo a cocinar, siempre se me ha dado bien pues ayudaba a mi madre en la cocina desde muy pequeña, y después, pongo la mesa. 

Justo cuando me estoy quitando el delantal, oigo la puerta.

-Buenas noches.-oigo la voz alegre y grave de Harry.

-Buenas noches.-digo yendo a recibirle y dándole un beso corto en la boca, después, le cojo de la mano.-Tengo una sorpresa, pasa.

-¿Y eso a que se debe?-dice sonriendo mucho, yo le guiño un ojo y le llevo hasta el salón, donde está la mesa.

-Siéntate.-le digo sonriendo. Él se sienta donde le indico, y yo voy andando rápido a la cocina a coger la cena que he preparado. Él cuando la ve se chupa los labios. 

-Parece delicioso, nena.-Tengo que sentarme. Me encanta que me llame nena, simplemente me puede.

La cena es bastante buena, la comida estaba rica y nosotros estábamos contentos de poder volver a pasar tiempo juntos. Me levanto para recoger e ir a fregar los platos. Cuando estoy en el fregadero, noto los brazos de Harry alrededor de mi cintura y su barbilla apoyada en mi hombro izquierdo. Tengo las manos llena de espuma de fregar, y lo aprovecho para darme la vuelta y llenarle la cara de ella. Él me sonríe de esa manera tan pícara suya y veo como le brillan los ojos.

-Chica mala.-me dice desatándome el delantal. Yo me río y le beso.-Tengo que confesarte algo.

-Dime.-le digo mientras empieza a besarme el cuello. Él se separa un poco para mirarme a los ojos.

-Cada vez que recuerdo la imagen de ti disparando al tío de París, bf, me pone demasiado.-Le miro sorprendida, nunca había sido tan directo.-Aún así, también sé lo de James.-El corazón me da un vuelco.-Y creo que tendría que castigarte por eso, ¿no crees?

Yo le cojo de la corbata y le traigo hacia mí para besarle, mientras él me quita la camiseta. Después, me coge y me lleva hasta nuestra habitación.

A la mañana siguiente nos despierta alguien llamando a la puerta. Yo me pongo una bata y bajo a abrir, Harry siguiéndome. No tengo ni la más mínima idea de quién puede ser, hasta que veo a Emily ahí, sonriendo, como si no hubiese pasado nada.

Sí, sé que el capítulo de hoy no es demasiado bueno, pero estoy agotada, lo siento. Mañana será mejor, ¿vale? :D

You deserve someone better.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora