Era la última oportunidad de demostrar su talento. Ya quedaban solamente cinco finalistas, entre ellas estaba Elaah, que se creía había llegado hasta ese lugar únicamente por ser la primera dama, aunque lo cierto era que había resultado ser muy buena frente a la cámara. Para el videoclip de ese día, les dieron únicamente veinte minutos para alistarse, y mientras las otras mujeres preparaban su vestuario y maquillaje, Elaah maquinaba una idea diferente en su cabeza.
—¿Cuándo van a transmitir el videoclip de hoy? —preguntó Elaah, curiosa y ansiosa por presentar su propuesta.
Las ideas de Elaah eran siempre buenas, pero también habían tenido malos resultados, como la muerte de Malva, por ejemplo, que ocurrió la primera vez que llevaron a las mujeres de casta inferior a la mansión.
—Esta misma tarde —respondió Hann acompañándola al escenario.
—Tengo una idea, Hann. Una realmente buena.
—No empieces con tus idas, Elaah. Todo va resultando bien. Vamos a paso lento, pero seguro. No podemos arriesgarnos a nada ahora mismo.
—Pero no has escuchado mi idea.
—Y no será necesario. Haz lo que te toca hacer. Punto —sentenció Hann.
—Tienes que ponerme en una transmisión en vivo, Hann.
—Definitivamente has perdido la cabeza —dijo Hann acercándola al banquillo, indicándole a Elaah que tomara asiento—. Sabes que no puedo hacer eso.
—¿Por qué no?
—En primer lugar, porque no sería justo para las otras cuatro finalistas...
—¡...A la mierda el concurso! Sabes que hay cosas más importantes que este concurso. —interrumpió Elaah.
—Baja la voz. Además de eso, tampoco puedo arriesgarme a ponerte en una transmisión en directo porque no sé qué es lo que piensas decir. Ya no puedo cometer otro error.
—Te prometo que será grande. No voy a defraudarte —dijo Elaah tratando de convencer a Hann—. ¿Es que no confías en mí?
—La verdad es que no, Elaah. A veces no sé qué es lo que ocurre dentro de tus pensamientos, ni cuáles son tus motivaciones.
La verdad es que Elaah, a ese punto, ya estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviera en sus manos para crear ese mundo con el que había fantaseado durante su charla con Zacil.
—Estamos del mismo lado, Hann. No puedes olvidar eso.
—Lo siento. Tendrás que hacer tu trabajo de forma regular.
—¡Demonios, Hann! Por lo menos déjame decirte mi idea. Es el gran final.
—Baja la maldita voz —reprendió a Elaah—. Soy Líder Hann, para ti.
Elaah, luego de poner los ojos en blanco por el comentario de Hann, se acercó a su oído y le explicó su idea. Segundos después, Elaah realizaba una transmisión en directo para todo Quiloa.
"Mi nombre es Elaah Tovalsee-Xanfíl, primera Dama de la República de Quiloa. Esta es una transmisión en vivo. Pedimos que reduzcan la cantidad de congresistas y se eliminen los Llamados. Yo aún sigo con vida, pero..."
El disparo derribó a Elaah del banquillo y la transmisión se cortó. Hann estaba seguro de que Elaah se proponía de alguna manera u otra, hacer que los otros líderes de Vox Populi lo destituyeran de su cargo.
Hann pidió ayuda médica mientras Elaah se levantaba del suelo, su hombro estaba herido, pero ella se encontraba fuera de peligro. Los guardias sometieron a Zacil, que aún mantenía su brazo elevado sujetando el arma. Las otras cuatro mujeres salieron corriendo del estudio, asustadas.
—¡No! Hann, déjenla —gritó Elaah cuando vio que esposaban a Zacil—. Yo le he pedido que lo haga.
—¡¿En qué carajos estás pensando?! ¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¿Para eso querías una transmisión en vivo? ¡Creí que ibas a revelar secretos de los concejales!
—¡Suéltenla! —insistía Elaah, mientras un médico le revisaba la herida—. Yo le di la orden de dispararme. Yo la traje conmigo.
—¿Quién te crees tú para dar órdenes? —le gritó Hann, furioso, dándole una bofetada en la cara—. ¿De dónde han sacado el arma?
Uno de los guardias le entregó el arma a Hann y este inmediatamente reconoció que era su revólver, el mismo que había perdido durante aquella sangrienta cena que se salió de control.
Sería mejor para Hann, ocultar la información sobre la procedencia del revólver, por lo que ordenó que soltaran a Zacil y la escoltaran a una habitación aislada. Hann entendía que aquella mujer era inofensiva, pero era mejor guardar las apariencias para los demás líderes, en especial para Óxel, que se moría por ocupar el lugar de Hann.
Antes de que los médicos retiraran a Elaah del estudio para atenderla mejor, Hann se acercó a su oído y le susurró una coartada para él.
—Más te vale inventarte una historia de cómo conseguiste el arma —murmuró al oído de Elaah.
—¿Cuándo vas a entender que estamos del mismo lado, Hann? No te preocupes por nada, me han dicho que soy bastante persuasiva y buena para crear historias. No por nada estoy entre las mejores cinco.
Los otros cuatro líderes de Vox Populi se reunieron sin Hann. A él lo mandaron llamar al día siguiente antes de la hora de comer, esperaba recibir malas noticias, temió perder su rango, pero se llevó una grata sorpresa. El espectáculo de Elaah frente a la cámara había generado un avance en la batalla.
Esa desquiciada mujer, pensaba Hann.
No pudo evitar esbozar una sonrisa. Había algo muy especial en ella que lo atraía, pero al mismo tiempo le causaba rechazo. Elaah verdaderamente era especial, era un enigma; te volvía completamente loco, pero no podías negar lo fascinante que resultaba.
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Sólo permitiré que me arrebaten el miedo.
Science FictionEn un futuro próximo, el ser humano destruye al medio ambiente mientras el oceáno comienza su venganza comiéndose a la tierra. Los países unifican sus territorios pero dividen a la población. Saili es una joven que se ve obligada a vivir entre las c...