Jéxu se levanta temprano por la mañana. Se viste con una camisa blanca de su hermano que le queda un poco ajustada. También lleva una corbata de la universidad mal anudada, y sus mejores pantalones. Quiere lucir presentable. Atrás ha dejado su apariencia de pescador, para dar paso a una imagen más del estilo de Palaan, y del estilo de una persona de zona Dos. Lo cual, resulta muy conveniente, teniendo en cuenta que se dirige al palacio de gobierno del sector Oeste para llevar a cabo el proceso de inscripción como candidato a líder, en las próximas elecciones.
Saili le prepara el desayuno a sus hermanos, lo cual no es muy complicado, pues sencillamente hay que mezclar el contenido del sobre con un poco de agua. Durante la noche había estado lloviendo, y aunque pueden comprar el agua, Saili había instalado una serie de contenedores en la azotea para capturar el agua de lluvia, misma que luego cuela y hierve para poder utilizarla; algunas veces para beber, otras para preparar los sobres, pero sobre todo para darse un baño.
Aunque la mayoría del tiempo sí tienen acceso al servicio de agua, considerando que puede ser algo costoso, Saili ha equipado su casa para captar agua de lluvia. Y la lluvia, afortunadamente es muy constante en Quiloa.
—Entonces es verdad —comenta la madre de Jéxu cuando ve que su hijo está por marcharse.
—Sí, lo he decidido.
—Eso lo sé, hijo. Y aunque quisiera discutírtelo, sé que no tengo oportunidad de ganar la discusión. Ven aquí.
—¡Mamá! Debo irme.
—¡Te digo que vengas acá! Siempre tan testarudo.
—Pero ¿quién te hizo el nudo de la corbata? Déjame arreglar eso —dice, y continúa—. Primero abandonaste la preparatoria para irte a trabajar. Y fue muy noble de tu parte, no hubiéramos podido sobrevivir sin tu ayuda cuando le retiraron a tu padre la oportunidad de seguir trabajando. De no ser por eso no estoy segura de qué hubiera sido de nosotros.
—¡Espera! Está muy ajustada.
—Así es como se usa, ya no estás acostumbrado —responde, y tras un breve silencio, prosigue—. No tienes que hacerlo.
—Pero quiero hacerlo.
Saili se encuentra lavando los platos mientras escucha todo. Sus ojos se le humedecen al oír hablar a su hermano. Es consciente de los peligros a los que ella como mujer se enfrenta en las calles, pero en momentos así, recuerda que tiene dos hermanos y un padre que están dispuestos a dar su vida por ella y por su madre. En ocasiones, Saili piensa que, si ella no existiera, su hermano Jéxu viviría más tranquilo. Hay días en los que ella se siente culpable del alcoholismo de su hermano. Le encuentra botellas escondidas por la casa y ella se las cambia de lugar.
—Lo sé, lo sé —le dice su madre colocando la palma de la mano sobre el rostro de su hijo.
—Me niego a aceptar esta vida, mamá. Las cosas no siempre fueron así, tú lo sabes. Quisiera que Saili también fuera a la universidad. Mira todo lo que ha hecho por sí sola, imagina de todo lo que sería capaz si tuviera una educación formal.
Saili se aguanta las lágrimas, oculta en las sombras de la cocina, pretende no escuchar nada, pero su rostro se humedece de llanto. Ella desea tanto tener las mismas oportunidades que Palaan, y escuchar a su hermano sólo hace que se sienta más triste por su situación.
—Quiero que un día Palaan... —continúa Jéxu, pero las lágrimas le ganan y le impiden hablar.
—¿Qué ocurre? Hijo.
—...Quiero dejar de tener miedo, mamá. Quiero poder formar mi propia familia, pero ¿cómo voy a poder hacerlo? Nunca voy a estar tranquilo. Ahora con lo que Gienn me ha contado sobre su esposa, es imposible que pueda estar tranquilo.
—Ven aquí —le dice dándole un abrazo—. Yo también quiero que vivas una vida para ti. El mundo no va a cambiar para que tú puedas vivir en él; el mundo es así. Tú tienes que buscar la manera de vivir en él. Pero es cierto lo que dices, el mundo no siempre fue así, y me alegro de que hagas algo al respecto. Si para poder comenzar a vivir esperas a que el mundo cambie, entonces nunca iniciarás tu vida.
—Esta es la oportunidad que necesito. Y realmente ¿qué es lo que puedo perder que ahora mismo no esté en riesgo?
Saili, se ha dado la vuelta para contemplar la escena. Desde su perspectiva, su hermano parece un soldadito de madera, igual al viejo juguete que Palaan conserva, con los brazos a los costados y una postura firme. Desea que tenga suerte.
Su padre se ha equivocado cuando pronosticó que los boletines de noticias se llenarían de propaganda política, y es que al parecer no se había registrado ni un solo candidato. Están temerosos de los rebeldes. Y Jéxu tuvo mucha razón cuando dijo que no podía poner nada más en riesgo, pues para Jéxu, obtener la silla de líder del sector Oeste significa una oportunidad para reestablecer el mundo como él lo recuerda. Pero para las personas de zona Dos que quisieran postularse, significa poner en riesgo a su familia y ser blanco de los rebeldes.
—Que Dios te acompañe.
—¡Mamá! —resopla Jéxu.
—Ya me lo han quitado casi todo, hijo. No me van a quitar mis creencias también. Nunca van a arrebatarme la fe.
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Sólo permitiré que me arrebaten el miedo.
Ficção CientíficaEn un futuro próximo, el ser humano destruye al medio ambiente mientras el oceáno comienza su venganza comiéndose a la tierra. Los países unifican sus territorios pero dividen a la población. Saili es una joven que se ve obligada a vivir entre las c...