Parte 1: Sin Miedo. Capítulo 14.

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Saili ha salido por la tarde a reunirse con el grupo de mujeres insurgentes, ya no es necesario escabullirse de la mirada de su madre, pues ella misma la había sorprendido la última vez. Cuando Saili le contó todo a su madre, ella comprendió la necesidad que yacía en su hija para continuar acudiendo a esas reuniones, y es muy consciente de que no hay manera de impedir que siga con sus escapadas, por lo que le permite abrir la puerta. La señora Opul confía en su hija, y tiene la suficiente fe para sentirse segura de que un ser superior cuidará de ella.

A ella le han negado sus creencias, y no va a permitir que a su hija también. Saili siempre quiso salir al mundo y formar parte de él, y ella como madre no puede hacer menos que dejarla. Ya no es una niña, es una mujer, una mujer que desea abrirse su camino en un mundo que no la deja integrarse. Ya ha crecido, y los muros de su hogar no pueden contenerla por más tiempo. Ahora es una mujer; una mujer insurgente.

Más tarde, cuando Jéxu llega a casa de sus padres, lo hace completamente agitado y un poco asustado. Algunos rumores han llegado a sus oídos, le dijeron que su familia estaba en peligro.

—Está afuera —dice su madre.

Saili escucha a su madre justo en el momento en el que la joven insurgente atraviesa el umbral de la entrada.

—¿Afuera? ¿Cómo que está afuera? ¡No debe estar afuera! —grita Jéxu completamente histérico.

—¿Quién no debe estar afuera? —interrumpe Saili entrando a la casa.

—¿Qué haces afuera tú sola? —reprende Jéxu a su hermana menor.

—Estaba con una amiga —miente. Recién llega de una reunión con el grupo de mujeres insurgentes. Aunque en realidad en parte es cierto, pues ahí había encontrado algunas amigas.

—¡Es muy peligroso! Que ahora yo sea el líder del sector no significa que estén a salvo, por el contrario, los vuelve más vulnerables. Te creí más inteligente, Saili.

El comentario la molesta, y con una mueca se dirige a la habitación que comparte con su hermano Palaan.

—¡Bien! ¡Ve a tu habitación! Y de paso empaca todo lo que consideres necesario para diez días.

—Hijo, ¿qué ocurre? —interviene su padre, notando el nerviosismo en su hijo mayor—. Mira cómo tienes las manos. Toma asiento.

—¡No es momento para tomar asiento! —comenta exaltado—. Cometí un error. El grupo concejal probablemente esté planeando lastimarlos a ustedes, en especial a Saili.

Aquel incidente donde Jéxu casi mata a golpes a un concejal, podría traer represalias contra su familia. Así se lo hicieron saber Dámblie y Finélgoo. Dámblie se había sincerado con Jéxu una vez que entraron en confianza. Sus hijas habían zarpado rumbo a uno de los búnkeres que existen ocultos. Algunos pueden estar sepultados por el mar, pero otros pueden existir allá afuera para dar refugio. Pero eso Jéxu ya lo sabía, él mismo había encontrado uno junto a su compañero Gienn, y ese era el momento perfecto para utilizarlo.

—No tienes que protegerme, ya no soy una niña. Conozco los riesgos que existen. No te atrevas a decir que me crees más inteligente. Soy tan inteligente como el sistema me ha permitido serlo, incluso lo soy bastante más. Y eso tú lo sabes.

—No tengo tiempo para esto. Si no quieres morir empaca para diez días. Olvídense de alimentos, en el búnker hay suficiente comida para las dos. Salimos lo más pronto posible.

Saili se debate entre ponerse a salvo con su familia o quedarse, pues existe otro rumor, uno que indicaba que el día en el que las mujeres tomarían las calles estaba cerca, todo eso gracias a la información que finalmente Saili optó por filtrar. Las insurgentes estaban aún más molestas y querían adelantar la vuelta a las calles. Aun así, con sus dudas, acata la indicación de su hermano, y junto a su madre, se dirigen a la costa para partir rumbo a la isla, al búnker, a ponerse a salvo.

Sólo permitiré que me arrebaten el miedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora