Nota de alguien especial II.

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Luca.

La ebriedad se esfumó en cuestión de segundos. Entré lo más rápido que pude, me sentía fatal. Hacía años que no poseía un descontrol igual.

Esto va terminar mal.

Corrí directo a la habitación. Entré al baño y tragué mis pastillas en seco. Con las manos apoyadas en el lavamanos, procuré no mirarme al espejo. No quería ver su reflejo, el mismo que cuando niño me inundaba de odio y dolor. Di un portazo a la puerta al salir.

Me recosté sobre la cama, aunque sabía que era inútil. No iba a descansar una mierda.

Conté mentalmente.

3: Las zancadas por las escaleras se escuchaban llegar.

2: La cólera inundaba el pasillo.

1: La puerta se abrió de una patada.

Seguí tendido sobre la cama. No iba a molestarme con formalidades. Mis músculos al fin comenzaban a relajarse, así que puse los brazos arriba, cubriéndome el rostro.

—¡¿Así es cómo piensas actuar?!

Alex el neurótico, activado.

—Vete a la mierda. Necesito estar tranquilo.

—¡Claro que me voy a ir al maldito infierno! No te preocupes, ¡pero tú vienes conmigo! —vociferó—¿Qué carajo pensabas hacer? ¡No podemos involucrarnos, está prohibido!

—El señor popular que da una mega fiesta en su propia casa... ¿viene a decirme cómo actuar?

—Luca, no juegues con fuego. Te puedes terminar quemando. Ella no es cómo tú, y ese es su mayor poder.

—Pf, tú mismo lo dijiste. ¡Estoy jugando! —Me erguí, sacudiendo los brazos—. ¡Sí me voy al infierno, que al menos sea divertido!

—Procura que no sea con ella. Me habías pedido eso, no involucrarla.

Recordé la charla. Intenté continuar en calma, aunque después del ataque se me hacía muy difícil. Más si el idiota de mi hermano venía con sus estupideces.

—Déjame solo, Alex. —Cerré los ojos y volví a recostarme, tomándome el puente de la nariz. Las pastillas al fin parecían haber logrado el objetivo.

Escuché un insulto y luego la puerta cerrarse.

Me concentré en mi respiración. Liviana y serena otra vez. Mis párpados comenzaron a pesar. Extrañamente, todo era paz. No había recuerdos de dolor. ¿Hace cuánto tiempo no sucedía esto?

El dormir suponía una serie de recuerdos escabrosos, pero al fin logré sentir alivio. Justo antes de conciliar el sueño su imagen vino a mi mente:

—Liv...—balbuceé, antes de caer en un sueño profundo.

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