Luca.
—¿Por qué tenías que tirarle la bebida encima? Y... ¿AMOR? —exigí, molesto.
—¿Qué? —Posó el peso de su cuerpo en una de sus caderas—. A todo mundo le digo así: "hola, amor", "gracias, amor", "qué tal, amor"—Cubrió su boca—. ¡Ay! No me digas que... —y fingió desentender la situación, cómo siempre—. Ella pensó que...—Doña sarcástica entrando en escena. Después se quejaba de su apodo de "víbora"—. ¿Tanto te importa lo que ella piense? —masculló, cruzándose de brazos—. Agradece, idiota. La alejé a tiempo...
—No juegues conmigo, Tat—La enfrenté. La morocha no se dejó intimidar. Tat tenía agallas, se acercó más—, no vuelvas a tratarla así. No es correcto y no, no me importa. Solo no me gusta tu actitud hacia ella. No te ha hecho nada.
—¿Crees que ella te seguirá viendo de la misma manera cuando se enteré de todo? — Se llevó las manos a su abdomen, riendo—. ¡No puede ser! Alex tenía razón... ¡Te gusta la mosquita muerta!
Froté mi rostro con ahínco.
—¡Cállate! En este momento no puedo sedarme. ¡Créeme que lo haría sí pudiera! ¡Es fastidioso tener que soportarte!
Tat echó a reír. Al parecer, le divertía sacarme de las casillas.
—Está bien. Ya, calma, compañero. —Palmeó mi hombro, risueña—. ¿Recibiste el mensaje de tu hermano?
—Sí. —Me zafé de su toque, molesto—. Por eso mismo, cambiaremos los planes de tu papi...
—¿Qué? Ese no era el plan, tú prome...—La interrumpí, apoyando mi índice en sus carnosos labios. Su voz chillona me estaba dando jaqueca.
—Lo que escuchaste, cambio de planes. Nos separaremos, solo así abarcaremos más territorio. ¿De qué serviría que tú y yo estemos juntos en la búsqueda, Tat? Piénsalo, además es hora que vayas soltándote y trabajes sola.
—Mi padre estará molesto... —Sus demoníacos ojos celestes me escudriñaron con furia. Odiaba recibir órdenes—. Además, ¿Qué se supone que les diré a mis amigas? —Se excusó.
—Ustedes dos dicen que arruinaré todo por Olivia, pero tú lo haces también cuidando tu falsa identidad —bufé—. Inventa un pretexto. No sé, qué nos peleamos, qué te dejé por alguien más... —observé risueño en dirección donde Liv se había marchado—. Si nos separamos, abarcamos mayor perímetro y todo será más seguro.
—Bien... —masculló entre dientes—, tú lo quisiste...
—Qué cos... —ni bien sentí el impacto, la sensación de calor se apoderó de mi cuello y ascendió a mi rostro, dejándome sin habla.
Tat me había dado un rodillazo en los testículos. Contuve los insultos y me puse de cuclillas. Retorcido de dolor, sin poder hacer nada, tuve que seguir escuchando sus gritos agudos.
—¡Eres un asco! ¡Maldito pervertido! ¡No iré al bosque contigo! ¡Ni lo sueñes! —La condenada había creado la escena perfecta para "terminarme".
Las chicas disfrutaban el espectáculo, y los muchachos me miraban compartiendo el sentimiento, sabiendo lo que ese golpe significaba. Tatiana se dio vuelta. Puso una sonrisa macabra y me guiñó un ojo antes de irse.
—Bi-Bien hecho, estúpida...—gesticulé, adolorido...
Asintió y se alejó, impoluta, como la reina que era mientras sus súbditas la seguían. Sí supieran...
Tomé aire. La música bajó un poco... Una voz femenina se escuchó por los parlantes del lugar: "Últimos 5 minutos, todos a la línea de salida".
Tenía que reponerme de semejante patada con esos tacones puntiagudos del demonio que usaba esa imbécil. Tenía que llegar lo antes posible al bosque. Tenía que encontrar a Liv...
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No te contengas
Mistério / Suspense"Bienvenida, Liv. A donde moran las Bestias". Olivia regresa a Stenill, o como suelen decirle sus habitantes: el hogar de las Bestias. La salud de su abuela es delicada, y tras cinco años de armonía en el exterior la familia retorna a sus orígenes. ...