—¿Volviste a soñar con eso?
Trató de ignorar el ardor que el nudo en su garganta le causaba e ignoró su llanto, solo mirando sus manos mientras jugaba con ellas, sintiéndose incapaz de mentirle a la señora Hans a la cara.
—No. —Mintió, por milesima vez, sabía que de esta forma nunca avanzaria, pero no se sentía listo para superarlo, para hablar de esto con el fin de dejarlo atrás, porque era incapaz de olvidarlo, no podría, no lo olvidaria nunca.
—No eres bueno mintiendo.
—No miento. —Se quejó impaciente, pero su voz se quebro y se mordió el labio, recordando el sueño anterior, o más bien el recuerdo, porque todas las noches su mente se encargaba de torturarlo con sus propios recuerdos, sintiéndose como si los estuviera volviendo a vivir en carne propia. Juraba que los labios de San se habían sentido tan reales.
—Wooyoung, escucha, llevamos mucho tiempo en esto, ibas bien, y negandolo solo te hace retroceder, ¿qué fue lo que soñaste? Sabes que puedes contar conmigo. —Dijo la señora Hans, tratando de sonar comprensiva, sabía que era tan falso, no confiaba en las personas con las que lo enviaba su madre.
Suspiró, esto no se iba a terminar si no hablaba.
—Él estaba conmigo, de nuevo, y... El vendrá por mí, estoy seguro.
—Sabes que es imposible, ¿no? Él esta muerto, Wooyoung.
Sintió el dolor extenderse por su pecho, respiro agitado y negó con la cabeza.
—Y-yo... A veces lo siento, el esta... El no esta muerto. —Murmuró, comenzando a rascar sus manos.
—Wooyoung sabes porque seguimos aquí. —La señora Hans suspiró cansada, cuando un paciente de verdad no se dejaba y no quería ayudarse a si mismo lo complicaba todo aún más.
—Si, lo sé, porque yo siento que él esta vivo y por una parte quiero que venga a mi, huir con él, porque mi enamoramiento fue muy enfermizo, lo tengo, ¿bien? Lo entiendo, entiendo porqué, nadie me entiende, nadie sabe que lo nuestro fue especial, ¡nadie lo entiende! —Se levantó rápidamente.
—Wooyoung. —Lo llamó su psicóloga tranquilamente.
Negó.
—Me voy, no puedo seguir aquí. —Sintió su rostro húmedo, y se volvía a repetir la escena, esto sucedía cada vez que volvía a soñar con él, estaba cansado.
Salió del edificio y se colocó sus lentes de sol, escondiendo lo fatal que se debería de ver, con ojeras, los ojos hinchados y pálido, llevaba días sin comer.
—¿Dónde estás? —Murmuró, tragandose el llanto y comenzando a caminar hacia su casa.
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Años atrás.
—¡Sannie, mira esto, una hormiga muy grandotota! —Chilló el pequeño castaño, corriendo hacia San para mostrarle.
—Te va a picar, Woonie. —Le dijo el mayor, solo mirando inexpresivo lo que Wooyoung hacia y como jugaba con los animales en la tierra, él prefería solo observar y llevarse unos cuantos libros de cuentos, lejos de otros niños y otra gente. Solo eran 3 años de diferencia y aún asi eran tan desiguales.
El niño de ocho años hizo un puchero y dejó a la hormiga en paz, sacudiendo sus manos contra su camisa; soltó un bufido e hizo una mueca, mirando como Wooyoung ya estaba demasiado sucio y aún así se iba corriendo a seguir molestando animales pequeños, así era como los llamaba. "Son bichos, Wooyoung, o son insectos" lo corregia, pero seguía diciéndoles animales pequeños.