La belleza de la noche.
Eventos tan irónicamente oscuros que resultan poéticos.
Un chorro de sangre carmín salpicado sobre la nieve.
Una copa de vino tinto que, rota, mancha de gotas granates un mantel blanco como el alba.
Manos frías y pálidas enterradas en el hielo, cuyas uñas están intactas y cuyas venas azules como el cielo se marcan de manera exagerada bajo sus carnes.
Como un tatuaje que nunca fue dibujado.
Aferrado en tu piel como las moscas a un cadaver putrefacto.
Que se deteriora lentamente hasta que ya no queda nada.
Solo huesos.
Huesos llenos de agujeros devorados por las termitas.
Y entre ellos el musgo se cuela para hacerse dueño de todo ese calcio amarillento.
La belleza de la noche.
Un millar de ojos fijando su vista en tí mientras pasas.
Sintiendo la mirada de cada uno de ellos.
Ojos marrones, verdes, azules, grises...
Ojos que desearías cerrar para siempre.
Te puedes ver reflejado en su brillo.
El graznido de un cuervo negro que sobrevuela tu morada en una noche de lluvia.
Un canto melodioso de la oscuridad.
Un jardín de vísceras y huesos.
Una rueca de madera astillada y envejecida.
Ese impulso loco que corre por tus entrañas.
Esa sed de sangre.
De decorar tu vida con muerte.
Llenarla de cadáveres agrietados.
El de ver un cuchillo.
Afilado y brillante.
Y desearlo clavado en una caja torácica.
Ver como una persona deja de serlo.
Se desvanecen sus memorias.
Sus sueños y emociones.
Hasta que son solo carne.
Una masa de carne hedionda.
Con los ojos desorbitados y en blanco.
La belleza de la noche.
Como un beso acompañado de una mordida que hace sangrar tus labios.
Una rosa blanca que se colora de rojo con esa misma sangre.
Sabor a metal en la boca.
La paz de la muerte.
Un cementerio con lápidas cubiertas de musgo.
La belleza de la noche.
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Poemas De Una Mente Cansada.
PoetryPoemas nacidos de una mente cansada en el momento en que no tenía otra cosa a la que aferrarse.