El Sofá

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Deberíamos habernos quedado en el sofá.
El sofá de tela blanca cosida con hilos dorados.
Con mis labios en tu cuello y los dos ojos cerrados.
Con tus brazos envolviendo cuidadosamente mi figura.
Tus manos recorriendo el tedioso  camino de mi cintura.
Y pensé que mi mejilla jamás encontraría un molde...
Pero resultó ser este el hombro de un hombre.
Tus dedos enredados en mi pelo... Todo era una gran ironía.
Un mal chiste escrito sin sentido.
Porque al tocar el cielo, volver a la tierra es como ir al infierno.
Después de haberme sentido en tu piel, decirle adiós a tus labios era como una soga.
Una soga aferrada a mi cuello que se tensaba cada vez más.
Sin dejarme respirar.
Yo que pensé que los hombres eran mi tormenta y uno resultó ser mi refugio.
Lo que hubiera dado por besarte tan solo un segundo más.
Por no haberme soltado de tus brazos nunca.
Porque ahora que estás tan lejos, mi tristeza nunca se sintió tan cerca.
No tenía que haberte dejado moverte del sofá.
El sofá donde te entregué mi amor...
Mi corazón.
Ese corazón lleno de grietas.
Te lo entregué con la esperanza de que no lo rompieras.
Todo tuyo, para siempre.
Y al llevártelo casi se muere.
Con tu saliva aun en mi boca te fuiste.
Dejando en mis ojos lágrimas de eñoranza tristes.
Y te juro por mi vida que incluso días después podia sentir tu presencia ahí, en el sofá.
El sofá de tela blanca cosida con hilos dorados.
Podia sentirte a mi lado.
Con mis labios en tu cuello y los dos ojos cerrados.
Sabía que en cuanto te levantases no volverías a sentarte allí.
Pero ¿Que podía hacer yo?
Tan solo esperar tu regreso.
Y rogar por que ese momento no se acabara.
Pero nos dieron las 12.
Y debías irte a casa...
Debías irte a casa.
Y nunca olvidaré como se sentía tu mirada.
Y puede que algún día te vuelva a ver en mi morada.
Pero hasta que eso no pase, seguiré pensando...
Que deberíamos habernos quedado en el sofá.

Poemas De Una Mente Cansada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora