Ella brillaba.
Brillaba como mil estrellas plateadas en el firmamento.
Brillaba tanto que el sol tenía envidia de su luz.
Porque el la hacía brillar.
Todo eran palabras dulces salidas de una voz melodiosa cuando él era el tema de conversación.
En sus ojos se veía el brillo tras pasar aunque fueran 5 minutos con él.
Todo en su vida era él.
Sus cabellos rubios tenían un color mas potente cuando el estaba cerca.
Sus pestañas crecían.
Sus inseguridades desaparecían.
Sus mejillas se enrojecian y sus labios se tornaban más grandes y rosados.
Ella brillaba.
Siempre había brillado.
Pero él la hacia brillar todavía mas intensamente.
Hasta que se fue.
Y la luz se apagó.
Miento.
Esa luz no se apagó.
La oscuridad es la ausencia de luz.
Pero allá donde ella iba desde que él se fue, una sombra le perseguía.
Ella irradiaba oscuridad.
Las habitaciones se teñían de negro al sentir su presencia.
Las flores, hierbas, plantas, árboles... Morían a su paso.
Y si decidía salir a la calle, ese día el sol se escondería asustado en un manto de nubes para no salir hasta que se fuese.
La niebla la perseguía allá adonde fuera.
Parecía que saliera de ella.
Sus ojos pardos dejaron de brillar.
Se volvieron de un color apagado y mate.
Ella estaba muerta.
Se movía.
Pero moverse no es estar vivo.
Ella murió el día que la abandonaron.
Y si crees que alguien no puede desprender oscuridad..
Topate con los cabellos de ella.
Topate con sus ojos llenos de lágrimas.
Lágrimas manchadas de negro.
Lágrimas muertas.
Muertas como aquella chica de cabellos dorados.
Esa chica que antes brillaba.
Y que nunca dejó de brillar.
Solo que ahora, en vez de irradiar luz...
Ella irradia oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
Poemas De Una Mente Cansada.
PoetryPoemas nacidos de una mente cansada en el momento en que no tenía otra cosa a la que aferrarse.