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En un principio me negaba a aceptar a Idia, pero ahora su sola presencia era una parte fundamental para iniciar mí día. Por eso había tomado la decisión de quedarme aquí, en este "mundo".

Sin embargo, jamás creí que Idia comenzará a rechazarme.

Esa noche cuando llegue, intenté acercarme, ya saben porque quería estar con mi novio, pero él se negó y me pidió que durmiera en mi antigua habitación.

En un principio no quise insistir, pues lo atribuía a los celos con Malleus. Así que me fui a dormir al dormitorio Scarabia con los chicos. Sin embargo, todo comenzó a complicarse conforme iba grabando los demás capítulos. Incluso Ortho, mi cuñado lo noto bastante diferente.

A pesar de todo, yo seguía insistiendo, pero todo se me vino a bajo cuando fui a visitar a Azul. Sin querer, escuché una conversación entre Idia y él.

-Azul... Quiero dejar a ♀_____♀, es una molestia. Además, yo te amo a ti -le dijo Azul.

-Sabes... No quiero ser odiado por la pequeña camaroncita, pero tú también me gustas. Sin embargo, tienes que dejar tus sentimientos bien en claro Idia -le dijo.

-¡No te preocupes! Yo la dejaré para siempre

En ese momento, mi mundo se desmoronó. Siendo honesta, no quise escuchar más, solo me fui de ahí.

Estaba tan mal que no se cómo termine llegando hasta la estatua del señor del Inframundo.

Como ya era tarde, pude estar a solas ahí, sentada y llorando.
Fácil podría decir que estuve una hora, hasta que la oscuridad me cubrió. Y no solo la oscuridad me acompaño. Esa noche también comenzó a llover, y la humedad de mis ojos se oculto con la lluvia.

No sé que pasó, después, solo recuerdo que me quedé dormida. Honestamente ya no me importaba si moría por el frío y la humedad del lugar.

Al otro día, me desperté de golpe para encontrarme en la cama con alguien.
-¡Ah.... ! ¿Qué... Qué hago aquí? -le pregunté más que avergonzada, pues no solo estaba alguien a mi lado, si no que yo no tenía ropa.

Al escucharme, aquel que estaba a mi lado descubrió su rostro y ahí me percate que era Jamil.
-Despertaste -dijo muy tranquilo.

-¡Jamil! ¿Qué

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-¡Jamil! ¿Qué... Qué pasó entre nosotros? -le pregunté más que avergonzada.

-Nada

-¿Entonces que hago aquí y así?

-Te traje aquí porque te encontré tirada en las estatuas de los siete grandes y estás así porque te quite la ropa, estabas muy mojada. Y estás aquí en mi cama porque no me soltabas

Cαrιɴ̃o, ѕoy тυyα (тυ х ιdια ѕнroυd) Oмeɢαverѕe нeтeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora